— Me parece que celoso está otro...— repliqué abriendo el abrazó. Conocía cada indirecta y cada comentario sugerente del niño favorito de mi madre. — Ven acá, que también hay abrazos para ti.

— No me interesan los abrazos...—dijo despectivo, pero sin aminorar el paso hasta nosotros y colarse debajo de mi brazo.

Fabrizzio nos abrazó más y apoyó la frente en nuestra sien.

—Gracias por estar aquí, esto es muy importante para mí... —susurró.

—Siempre hermano. — Evans lo miró estoico. —No importa quién tome el mando en mi cabeza, nosotros siempre estaremos aquí para ti.

— Ay mis pequeñitos, no puedo creer que uno de ustedes se me vaya a casar. —mi madre entró con lágrimas en los ojos. Nos despegamos dándole espacio a nuestra madre. — Estoy muy orgullosa de tí mi corazón. — miró a Fabrizzio como siempre lo había hecho. — Estoy tan feliz de que hayas encontrado con quien compartir tu vida aceptándote por quien realmente eres. Es todo lo que una madre puede desear.

Los ojos de Fabrizzio se enrojecieron mientras abrazaba a Rosa.

— Te amo mucho, mamá.

Miré a Evans quien veía el despliegue de amor con el ceño fruncido, pero sin decir media palabra. Siempre habrá cosas que nunca cambian. Evans celoso y acaparador de mi madre, era una de ellas.

— Te amo también, mi chiquito. —besó su mejilla y apartó las lágrimas respirando un par de veces. — Bueno, vamos que es hora, la novia debe hacer esperar al novio, no al revés.

***

Marie

— Marie, esto te llegó...—Era un ramo de lirios blancos con una tarjeta, mi corazón se encojió al ver el contenido:

"Alguien dijo que no existía la verdadera amistad, ese alguien no sabe lo que es meterse en un avión en contra de su voluntad solo para verla sonreír."

Sonreí sintiendo una lagrima deslizarse por mis mejillas, mi padre me miró preocupado.

— ¿Estás bien?

— Ahora todo es perfecto.

***

Adam

Mi hermano recibió a su novia mirándose con un amor que me recordaba al mío. El padre comenzó a hablar del amor, del camino que deberán trazar juntos hasta que llegó a la parte de los anillos.

Era la señal para subir al altar. Con pasos calmados y espalda recta acorté el espacio sacando el anillo que luciría la mano de Marie para toda la vida. Marie miraba a todos lados nerviosa porque nadie le traía el que ella debía colocar en la mano de mi hermano.

Las puertas de la iglesia se abrieron y mi corazón se saltó uno no, tres latido. Entró con un vestido azul rey, su pelo suelto ondeaba y sus ojos azules relucían bajo la luz de la ilesia mientras se acercaba al altar.

Marie estaba llorando a este punto, se abrazaron mientras Katherine le decía algo al oído.

— Siempre. —respondió Marie mientras tomaba el anillo de las manos de la mujer mas hermosa que había visto en mi maldita vida.

Sus ojos nunca se toparon con los míos. Su pose y su actitud mostraban una madurez que antes no estaba, algo grande había cambiado en ella. Aquella niñata inocente y altanera distaba mucho de esta mujer segura y calculadora que se mostraba bajo la casa de dios. Todo en ella saltaba mis alarmas internas y como un maldito suicida las apagaba a como diese lugar. Nunca creí que la volvería a ver, Fabrizzio no me había dado esperanza de que viniese y ahora el que estuviera aquí, formaba un nudo en el estómago y un hormigueo crepitaba por mis dedos con ganas de tocarla, de sentirla junto a mí, respirando el mismo aire para asegurarme de que no fuese un espejismo. Como tantos que tuve en aquel sitio donde la muerte reinaba. Le llamaban el Abismo, era una especie de cárcel donde cada minutos que repires contaba, las personas que iban ahí por voluntad propia eran para intentar sacarse los demonios o morir en el proceso y lo sque lo hacían involuntarios, eran para entrenarse y convertirse en maquinas de matar o morir en el proceso. Mis hermanos y yo fuimos del segundo grupo y hoy puedo decir que fuí de ambos.

Marcada Por Un Mafioso©Where stories live. Discover now