Capítulo 45: Idílicos peces Koi

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La confianza puede ser asquerosa e invasiva, pero es algo que ahora aprecio. Adoro tener la suficiente seguridad como para hacerlo y que ellos la tengan también.

Aparte de la fiesta de graduación —en la que terminé cuidando a mis amigos ebrios junto a Steve—, Max me invitó a una reunión en un restaurante de Nueva York. Él quería celebrar mi salida del instituto. Además, Lisa estaría ahí y también me mandó un mensaje para suplicarme que fuera.

Una sensación extraña recorrió mi cuerpo cuando leí ambos, y culpé a mi resaca emocional de cada fiesta. Aún continúo luchando contra esa sensación luego de divertirme.

De Max no me extrañó del todo, incluso pasé Navidad con él y su secta, pero de Lisa sí, de modo que supe que algo raro había ahí. Mientras hacía toda esa masturbación de paranoias, otro mensaje llegó al móvil, era de Max.

[Maxi: Te tenemos una sorpresa. Tienes que venir... o si no, publico la foto en la que te caíste de culo al lodo.]

Fruncí los labios y formé un remedo de sonrisa. Ya me había acostumbrado a que cosas malas sucedieran cuando menos me lo esperaba, y también cuando más lo esperaba. Repasé todas las posibilidades caóticas y algunas me parecían absurdas; como que Lisa era parte de la secta de Max y me ofrecería en sacrificio en venganza por lo de Joshua.

Al final, después de tanto dudarlo, les dije a ambos que ahí estaría, y les advertí que mi carne no era buena para ofrecer en sacrificios caníbales. 

Mi padre seguía desconfiando de mí, pero como siempre, Alice abogó y lo convenció de que nada caótico sucedería si iba solo a pasar un par de días en Nueva York

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Mi padre seguía desconfiando de mí, pero como siempre, Alice abogó y lo convenció de que nada caótico sucedería si iba solo a pasar un par de días en Nueva York. Imaginé que él también tiende como yo a hacerse de pensamientos catastróficos, suelo quejarme en silencio con su persona por heredarme esa capacidad de idearme la peor posibilidad. Nos parecemos más de lo que nos gustaría.

Me marché con una mochila que tenía lo más básico; ellos se ofrecieron a llevarme a la terminal, pero no quise, podrían generar la fantasía de que no me iba solo un par de días, sino a la universidad a convertirme en un pintor profesional. Incluso yo me la creería y cuando volviera a aterrizar dentro de mi realidad, me entristecería el resto del trayecto.

Todavía me causa tristeza pensar en el año perdido y en todo lo que tuvo que suceder para darme cuenta de lo que en realidad quería. Mierda pasa y la gente cambia, eso es un hecho, y aunque desearía saltarme esos episodios y hacer como Sawyer o Joshua ante sus errores, sé que nada muy bueno se gana de sepultar los hechos tortuosos en un umbral empolvado.

Sin hacer más largo el viaje, llegué a la terminal y Max me recibió como ya lo había hecho antes. Me revolvió los cabellos en señal de felicitación y anduvimos hablando de teorías sobre reptilianos, también acerca de profecías y en dónde podría conseguir mi propio renacuajo endémico.

A pesar de lo horrible que me parece el metro de Nueva York en mi vida presente, en dicha ocasión, seguía siendo parte de las maravillas de esa ciudad que todavía no puedo odiar del todo. Por más que me trajera recuerdos sobre Joshua, y a veces me lo imaginara andando por sus calles transitadas, esperándome con los brazos abiertos. Me reía de mí mismo por esa fantasía absurda. Me causaba más gracia que mi mente fuera capaz de idear eso que todo lo relacionado con sectas y asesinos.

El retrato de un joven lúcido | ✅ |Where stories live. Discover now