Capítulo 10: A veces los fantasmas siguen aquí

8K 1.3K 1.3K
                                    

[Harry Brown: ¿Por qué no vienes este fin de semana?]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[Harry Brown: ¿Por qué no vienes este fin de semana?]

Detuve mi camino de regreso a casa para analizar el mensaje que recibí de Harry. Estuve hablando con él desde Nueva York, tal vez fingiendo que nada pasó entre nosotros. Casi se sentía como antes de que yo echara a perder todo. Sin embargo, no me apetecía volver a un pueblo plagado de recuerdos traumáticos, encontrarme con gente que seguro todavía me odia y hacer un Role-playing del pasado.

Le respondí con un seco: «Tal vez».

Para llegar a casa, tenía que caminar por una calle que me desviaría al departamento de Joshua. Volví a detenerme, recordé el ruidoso juego de llaves dentro de mi mochila y la promesa que le hice de devolvérselas lo más rápido posible. Lo intenté después de clases, pero no lo encontré. Joshua tenía la costumbre de irse lo más temprano que se pudiera porque odiaba su trabajo y lo que había hecho de su vida.

Suspiré largo y alteré mi dirección. Solo lo saludaría, le daría las llaves y después desaparecería como el fantasma que pretendía ser.

Mientras caminaba comencé a sentir las gotas de agua cayendo del cielo hasta mi cara. Aun así, continué, solo que un poco más a prisa y usando mi chaqueta para cubrir la mochila con mi ordenador portátil dentro. El líquido caía fino y helado sobre mi cabello, el encharcado en el suelo traspasó la tela de mis zapatillas y las personas que todavía transitaban las calles huían despavoridas. Pareciera que en lugar de agua cayera ácido del cielo. Lo único que me jodía de la lluvia era que mis gafas se empañaran, así que insulté a mi miopía e incapacidad para soportar las lentillas por más de doce horas.

Entré al edificio de Joshua sintiéndome triunfante. Lo primero que hice fue revisar que mi ordenador portátil estuviera intacto y suspiré de alivio cuando vi que se encontraba a salvo. El pantalón me pesaba y era incómodo caminar con las zapatillas escurriendo, no obstante, subí las escaleras corriendo. Al llegar a la puerta de Joshua toqué el timbre y aguardé con impaciencia. Hacía un frío de mierda y me abracé a mí mismo para calmar la forma en la que temblaba.

Joshua me recibió con un gesto fastidiado, sin embargo, no tardó mucho en cambiarlo por una expresión angustiada.

—Cuando quise dejarte las llaves ya no estabas —dije al mismo tiempo que se las daba.

Él las recibió, su rostro se encontraba en el punto medio de la extrañeza y el conflicto.

—Deberías entrar a secarte —ofreció, seguía con ese semblante de angustia—. No sé en qué pensabas cuando viniste hasta acá así.

—Es solo agua. —Hice un ademán para que se calmara.

—Chris... —Estiró la mano y se agarró a la manga de mi suéter empapado—. Seguro Charly también dijo lo mismo y te recuerdo cómo acabó. —Noté un destello de melancolía en el océano de su mirada.

No pude contra esa impotencia reflejada; Joshua también tenía un pasado no superado, una persona que todavía no olvidaba y recuerdos estancados que de la nada llegaban a invadir su mente.

El retrato de un joven lúcido | ✅ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora