Joshua se instaló en el piso de una amiga cuyo nombre era Michelle Williams. Se trataba de una chica de veinticinco años que era poseedora de su plena confianza; lo sé porque cuando fui de visita, lo hallé tumbado en su sillón con unos dos edredones encima y viendo un documental sobre un asesino serial.
Justo el mismo que yo le recomendé meses atrás, y aquello me hizo sonreír.
Michelle se sentó en el sofá más pequeño, se estiró para coger su ordenador portátil y lo abrió, ignorando por completo lo extraña que podría resultar mi presencia.
—Te pasaste con el regalo. —Joshua cortó el silencio, tomó el control y puso pausa al documental—. Hubiera preferido otra cosa.
—¿Condones fluorescentes? —inquirió Michelle, no despegó su atención del ordenador.
—Eso, por ejemplo. —Él señaló a su amiga.
Fruncí los labios para disimular la carcajada.
—Ya te conté mi problema —me senté en uno de los brazos del sillón—. Imagínate, apagas la luz y solo vez como eso brilla. Terminaría atacándome de la risa ahí o pidiéndote que cites a Luke Skywalker.
Michelle soltó una ligera carcajada. Su presencia no me cohibía, aunque no sé si fue por eso o de nuevo la droga del fin de año haciendo sus estragos en mi psique.
Estuve un rato conversando con ambos; jodiendo a Joshua mientras este solo se defendía revelando datos vergonzosos. Él conocía a la perfección a Michelle, desde como le apodaba su mamá cuando era niña, hasta la lista de películas de Pixar que la hace llorar. Ella dejaba lo que yo logré averiguar sobre él como meros datos irrelevantes; conocía a la madre de Joshua, al actor del que se enamoró por primera vez y de su preferencia por cierto tipo de champú.
¿Sabría la historia de Charly con más detalle que yo?
Llegó un momento en el que me quedé callado, solo escuchando lo que ambos recordaban y sintiendo envidia por ese nivel de intimidad. Pensaba que yo viviría el resto de mis días entre relaciones superficiales, pasajeras y desechables. Con el panorama abierto para experimentar y saltar de individuo en individuo, pero dentro de una burbuja que me impedía ser traicionado por otros o de olvidar la importante revelación sobre la vida.
Michelle tuvo que marcharse a atender algo que surgió de último minuto en el despacho de arquitectura donde trabajaba. Antes de salir por la puerta principal, observó inquisitivamente a su mejor amigo. La joven tenía una de esas miradas que podían comunicar más que con ácidas y simplonas palabras.
Una vez ella se fue, Joshua se sentó en el sillón, quitándose los edredones de encima. Se quedó quieto, escuchando los pasos de Michelle por las escaleras. Me recordó a Harry, a cuando se le ocurría poner porno en mi ordenador de escritorio y sopesaba el terreno, asegurándose de que su madre no estuviera deambulando.
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El retrato de un joven lúcido | ✅ |
Teen FictionChristian intenta reprimir, sin mucho éxito, sus deseos por el nuevo profesor de arte. Además, lidia con los daños psicológicos que le dejó el abandono de su padre y el acoso escolar en su viejo instituto. 🎨🖌🎨 Cuando Chris descubre el secreto de...