La Slytherin de dos caras

47. Traidora.

Un silencio nos envolvió. O no sabía que hacer para que le demostrara mi lealtad o se estaba regocijando en su maldad.

-¿Qué piensas sobre el poder?

¿El poder? ¿No se suponía que tenía que hacer algún tipo de prueba? Bien, le seguiré el rollo...

-Si se nos brinda, ¿por qué no tomarlo?

-¿Tanto como para pasar por encima de todos?

-Mentiría si dijera que no.

Se me queda mirando durante unos segundos, volviendo a analizarme. Esta vez era aun más fría si se podía...

-Te daré una lista.- dice al final, relajando un poco la mirada.- Quiero que averigües todo lo que me concierne. Sobre todo, no se lo puedes comentar a nadie. Ni a tu madre. Yo soy el único con el que hablarás de esto, ¿entendido?

-Sí, Señor.

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Tenía que aprovechar que estaba esta Navidad en casa de los Malfoy, con la mayoría de los mortifagos aquí. Así podía terminar antes el nuevo trabajo...

Poco después de nuestra pequeña reunión, me dió un pergamino en blanco. En cuanto me escondí de las miradas de los demás, un nombre apareció. Narcissa Malfoy.

Era normal que la primera fuera ella, estábamos en su casa. Si no era leal, podría descubrirnos a todos... Pero estoy totalmente segura que ella era leal.

Me costó bastante tocar a la gente sin que se dieran cuenta, pues ellos saben de la existencia de mi don. Pero sabía que el siguiente nombre de la lista sería uno de los que más me iban a costar... Olivia Moon.

Decidí que sería rápido. Tocarla e irme a esconderme. Al final, fui hacia ella. Empiezo a tocarle el pelo, como si quisiera peinárselo. Mi madre no se huele nada raro y se deja mimar por mi. En un movimiento, al dejar caer el pelo a su sitio, le toco sutilmente la oreja. Parece no darse cuenta, así que me levanto y voy a esconderme a uno de los pasillos.

"Mi madre sale en nuestro salón, tomándose un té con mi abuela. Esto es de hace muchos años...

-No lo conseguiréis. Es una locura. Entra en razones, Olivia.- repetía mi abuela.- Ya es tarde, estáis metidos de lleno.

-No se darán cuenta. Solo somos dos. Nos remplazarán en nada.

-¿A dónde iréis?

-No lo sé, pero aquí no. Nos van a matar, aunque no nos vayamos.

-¿E Iris? No os la podéis llevar de un lado para otro. Es solo un bebé.

-Te la puedes quedar tú, mamá.

-¡Tú eres su madre!- le grita mi abuela, derramando un poco de té al dar un golpe en la mesa.

-¡Ya no quiero, no quiero quedarme a morir! ¡Qué le den a Voldemort, quiero sobrevivir!"

En cuanto termina la visión, me toco la mejilla al notarla húmeda. Estaba llorando. Normal, había descubierto que mi madre sería capaz de dejarme a cambio de su vida.

Por lo que había oído, la madre de Harry Potter había dado la vida por su hijo. En una situación así, mi madre huiría. ¿Es que no me quería? ¿Ni cuando era solo un bebe?

Ahora venía lo peor de todo... ¿Qué le digo a Voldemort? ¿Sería tan rencorosa como para traicionar a mi propia madre?

El Señor Tenebroso había sido claro con el tema: no decirle a nadie sobre mi nueva misión. Pero necesitaba hablarlo con alguien. Una parte de mi decía: "es tu madre, no sé cómo te estas replanteando traicionarla". Y la otra parte: "ella te traicionaría, lo has visto, lo haría por vivir. No estaría mal si yo hiciera lo mismo."

Antes de volver con los demás, fui al baño a lavarme la cara. Me relajé para poder pasar inadvertida y que no se notara que he estado llorando. En el salón vi a mi madre. No fui hacia ella, claramente; aun no estaba preparada para mirarla a la cara después de haber visto eso...

Voldemort no estaba por ahí, estaría en el despacho de Lucius Malfoy, esperando a mi nuevo informe sobre mi madre. Aun tenía tiempo para dárselo, necesitaba pensar primero sobre mis principios éticos.

Me siento en uno de los sofás, el que menos ocupado estaba, intentando un poco de soledad en un lugar lleno de gente. Eric estaba hablando con su tío. Me miraba de reojo, algo de lo que su tío también se daba cuenta, creándose en su cara una sonrisa que me desagradaba. Aparté la mirada de inmediato.

Me encantaría poder hablar con alguien de todo lo que me pasa. Y por la cara de Draco, que estaba sentado a mi derecha, a él le gustaría hacer lo mismo. No sé que carga adicional llevaba él, pero por sus ojeras, debía de ser como la mía o incluso peor. Y claro, seguro que tampoco podría decírselo a nadie.

Y mañana era el día de Navidad. ¿Qué regalaría yo, traición o mentiras?

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-Señor... ¿Podemos hablar?- digo entrando en el despacho en el cual Voldemort se encuentra.

-¿Ya sabes lo necesario sobre la lealtad de Olivia?- susurra, como todo lo que sale por su boca.

-Sí...

-¿Y entonces?

-Olivia... Mi madre... No es leal a usted, Señor.

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