41. Otra vez...

2.7K 220 5
                                    

-Esto no está bien.- le digo a Draco, cansada.

-Confía en mi, sé lo que hago.

-No, no lo sabes. Ni tú, ni yo.

Solo por contestación tuve un resoplido. No lográbamos arreglar el armario evanescente de ninguna manera, ya era la tercera vez esta semana, sin ningún resultado.

-Seguimos mañana, ya vale por hoy.- sentencia Draco.

Salimos de la Sala de Menesteres con cuidado de que nadie nos vea, con la suerte de que sea así. Después nuestros caminos se separan y, mientras él se va a la Sala Común, yo voy a la Biblioteca.

Me siento en una butaca apartada entre dos estanterías repletas de libros, concretamente de objetos mágicos. Intentaré saber un poco más sobre el armario. Si encuentro algo, claro.

Estoy tan concentrada, que no noto que Nott se sienta en el brazo de la butaca. Pero tampoco tardo mucho en notar su mirada fija en mi...

-¿Quieres algo?- le pregunto un poco de mala gana.

No habíamos dejado de ser amigos precisamente de una bonita forma, pues seguía enfadada con él. Un poquito. Dejó a Daphne de malas maneras, sin ni siquiera importarle sus sentimientos. Y por mi, claro, haciendo que Daphne me tuviera un poco de rabia.

-¿Qué tal?- me contesta con otra pregunta, obviando la mía.

-Bien. ¿Tú?

-Bien también. Pero... Podría estar mejor.- silencio por mi parte.- Me encantaría que fuéramos otra vez amigos.- más silencio.- Me disculpé con Daphne. Fui un capullo con ella, pero hay que pasar página. Una segunda oportunidad se la merece todo el mundo, ¿no?

-Daphne se merecía las disculpas.

-Pues ya las tiene. Y yo sigo sintiendo lo mismo. Piénsalo...

-Lo haré.- termino murmurando.

Dicho esto, Nott se va dejándome otra vez sola entre esas estanterías. Pero había algo más conmigo...

En la mesita donde se apoyaba la lampara que me alumbraba, había un frasquito con una nota. Esta decía: "Sería una suerte que volviéramos a como estábamos antes. -Nott".

Y al mirar el líquido que contenía, ya sabía qué era.

-Felix felicis.- murmuro para mi.

Nott me había regalado lo que ganó en Pociones. Esto demuestra muchas cosas.

Puede que ya no esté tan enfadada con él...

Antes de irme de la Biblioteca, me guardo la poción en el bolsillo de la túnica y vuelvo a leer la nota. Estas cosas el Nott de hace unos años no lo hacía. Puede que sea verdad que haya cambiado, pero que siga sintiendo lo mismo por mi... ¿Y lo que siento yo? ¿Qué sentía yo en realidad?

Después de Nott, estuvo Eric, para luego estar Fred. No tenía nada claro... Realmente no creo sentir un amor excesivamente grande por ninguno de los tres. Solo tenía que dejar que el tiempo pasara...

Voy hacia la Sala Común para poder descansar, no tenía ni ganas de ir a cenar. Sin embargo, algo replantea mi rumbo al llegar a mi cama. En la mesita hay una breve nota: "Lechucería". Así que, en vez de dormir, subo a la torre de Lechucería, donde ya había alguien esperándome.

-No nos dejan ni cenar...- murmura Draco mirando por la ventana de la torre.

-Debe ser importante para que tengamos que estar los dos.

-No, no será importante.- dice rastreando las palabras, como antaño.- Quieren que las recibamos a la vez para después nos deshagamos de ellas correctamente. Yo me cercioro de las tuyas, y tú de las mías.

-Entonces vienen todas del mismo sitio.- digo poniéndome a su lado, mirando al cielo a la espera de las lechuzas.

Draco no me mira, está en su propio mundo. En un principio, incluso cuando eramos pequeños, pensaba que él sería el mejor mortifago. Pero viéndolo ahora... Se le veía cansado de todo esto.

Él, por lo que pude notar en la reunión de mortifagos, tenía otra misión más. Si yo estaba cansada con solo la del armario, no me quiero imaginar con otra más secreta aun.

Dos lechuzas que venían hacia nosotros, me sacan de mis pensamientos. Una grande y majestuosa lechuza marrón se posa en el brazo de Draco. Poco después, otra más pequeña y gris se posa en mi.

-¿Cuantas cartas tienes?- me pregunta Draco, mientras mira de quién son las suyas.

-Tres, ¿tú?

-Cuatro.

Siempre tenía que ser superior a mi... En fin. Nos sentamos cada uno en un peldaño de escaleras, él en las que iban hacia el piso superior y yo las del inferior. Al parecer sus cartas eran demasiado privadas como para sentarse a mi lado, pero no me importó.

Antes de abrirlas, miré de quienes eran... Dario Dolohov; Olivia Moon; y Eric Roswell.

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora