33. Dylan O'Brien

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Nota: Un poco largo, pero sin diálogo. 

Él llegó e insistió en que lo acompañara, no me dijo a dónde, simplemente me tomó de la mano y entrelazó nuestros dedos para llevarme a ese lugar. Supuestamente, él y yo éramos simplemente amigos porque él tenía pareja.

Llegamos a su lugar de trabajo, el supermercado de la ciudad, él tenía puesto su uniforme, listo para cuando su hora de entrada llegase. ¿Cómo no me había dado cuenta de ese pequeño detalle? Por un momento lo perdí de vista, mi mano se encontraba repentinamente fría y algo dentro de mí comenzó a inquietarse, ¿miedo? No lo sé. Volteé hacia donde estaban los cajeros y ahí estaba uno de sus compañeros, me vio y me sonrió cómplice, como si supiese algo que yo ignoraba. Entonces una mano se entrelazó con la mía, era absurda la manera en la que instantáneamente reconocí su toque, él había regresado.

Estábamos en la sección de verduras, tratando de escoger un racimo de lo que parecía ser algo verde, como una planta comestible o algo así, mi mente estaba distraída porque fue en ese momento que me di cuenta de que yo solo vestía unos shorts deportivos y una playera de tirantes. Sin embargo, antes de que comenzara a tener aquellos pensamientos autodestructivos, lo miré cuando lo escuché decir mi nombre. Él no dejaba de verme con aquella maldita sonrisa, y yo no podía dejar de verlo como una estúpida enamorada, olvidé todo lo que nos rodeaba, me concentré en él porque era como el sol brillante frente a mis ojos. Jugueteábamos, acercándonos más de lo que mi cordura podía soportar, hablando de cosas que no logro recordar y cada vez que la idea de besarle se cruzaba por mi mente, ocasionando que me acercara inclusive más a su rostro, recordaba que él no era mío. Era y se sentía irreal, mi corazón no dejaba de latir con desenfreno porque básicamente estaba viviendo el mejor día de mi vida. Entonces en algún punto entre nuestro jugueteo, esa maldita sonrisa se desdibujó de sus labios, acortando la distancia en un lento baile y por primera vez conectó nuestros labios en un breve beso y yo no podía estar más feliz. Se separó, volviéndome a ver fijamente con aquellos ojos cafés y esa sonrisa en sus labios, le sonreí de vuelta y ahora fui yo la que inició el beso.

Recuerdo la manera en la que mis manos viajaron directamente a su cabello ligeramente largo, aferrándome a él, cumpliendo una de mis fantasías al sentir la suavidad de los cabellos negros bajo las palmas de mis manos. Él me sujetó de la cintura, acercándonos más, absurdamente perfecto. Sería difícil describir la manera en la que me sentía, todo dentro de mí estaba a flor de piel, no tenía palabras porque todo parecía irreal y al mismo tiempo lo más real que me hubiese pasado jamás. Por primera vez había probado el sabor de sus labios, estaba segura de que después de él nadie más tendría oportunidad porque ya era adicta a todo acerca de él.

Tomados de la mano, como si fuésemos algo más allá de amigos, caminamos y jugueteábamos por los pasillos del supermercado, como dos adolescentes enamorados. Su mano firme entrelazada con la mía, nunca dejando de mirarme de aquella manera tan especial, sin dejar de regalarme esa sonrisa que hacía estragos en mi corazón. Besos furtivos, aumentando mi adicción por sus labios. Llena de vida, sentía flores y mariposas dentro de mi pecho, comprobando una vez más que más enamorada no podía estar.

Corrimos por los pasillos, tomando cosas que ni puedo recordar porque estaba tan perdida en él, en sus ojos, en cada gesto. Mis manos reacias a dejar de enredarse en las hebras de su cabello negro como la noche, acariciando su cuello como si fuese el objeto más preciado del mundo. Incluso nos topamos con mi abuela, fuegos artificiales en mi interior cuando lo presenté como un amigo, pero nuestras sonrisas traviesas demostrando que aquello era más que una simple amistad. Él no titubeó cuando nos alejamos para seguir nuestro camino, en ningún momento dejó de mirarme con aquella intensidad en sus ojos negros, nuestras manos perfectamente entrelazadas mientras nos alejábamos más de aquella parte de mi familia.

En algún momento llegamos aun pasillo vacío, pero más allá de ver los productos, nos quedamos de frente, mirándonos y juré que podías ver mi alma. Te besé con todo lo que soy, me aferré a tu cuello y dejé que por milésima vez mis manos jugasen con tu cabello. Cumplí otra de mis fantasías cuando te mordí el labio inferior antes de que nuestras bocas se separasen, probablemente no lo esperabas, pero la presión de tus dedos en mis caderas fue solo un indicio de que te había encantado aquel gesto. Me miraste por una fracción de segundo con tu sonrisa ladeada antes de besarme con un hambre que estaba escondida en lo más profundo de ti. La presión de tus manos se volvió más intensa que antes, juntaste nuestros cuerpos hasta que la distancia se convirtió en un sueño. Poco después tus manos descendieron y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba con mis piernas rodeando tu cintura. Despertaste algo en mí, pude ver ese mismo fuego en tus ojos cuando nuestro beso terminó, joder, si supieras todo lo que aquel torbellino de emociones ocasionó al mirarte tan cerca de mí, sentir tu respiración cosquilleando sobre mi piel y ver tus labios brillantes y un poco hinchados a solo milímetros de los míos, no me creerías. Sin embargo, algo dentro de mí se removió y con un mal chiste sobre la inseguridad de mi peso logré que me volvieras a dejar sobre mis pies.

Ese momento quedó atrás cuando corrimos hacia la puerta de acceso que era solo para empleados, ¿debo decir lo muy atractivo que te veías con tu uniforme? Mis ojos no podían dejar de verte, no me importaba si te dabas cuenta o no porque la seguridad de nuestras manos entrelazadas me protegía de cualquiera de mis miedos internos. Sabía que todos estos momentos, llenos de miradas traviesas y cómplices, los besos robados y los suspiros, me perseguirían en mis sueños e incluso estando despierta porque ya estaban grabados a fuego en mi mente y corazón.

Nos colamos en lo que sería el cuarto para empleados, era todo muy simple, sencillo, pero tenerte ahí conmigo lo volvía todo más especial, único. Colocamos las compras sobre una mesa de madera y me llevaste a "tu lugar". No sabía porque había estantes y una sola silla, pero era el lugar donde pasabas tu tiempo libre mientras estabas en tu trabajo y que me mostrases eso significó el mundo. Mi corazón latió más rápido cuando mi mirada se posó en un pequeño oso blanco de peluche con un corazón rojo en el frente, sabía lo que era incluso antes de poder procesarlo, la realidad cayó como un peso muerto dentro de mi alma.

Tu mano sujetó la mía, haciendo que girase a verte. Te habías sentado en aquella silla, mirándome intensamente, pero esta vez la seguridad de nuestros dedos entrelazados había desaparecido.

Entonces entendí.

Me obligué a perderme en el café de tus ojos, grabé aquella maldita curva de tus labios en el lugar más importante de mi alma y me subí a ahorcadas en tu regazo. Dejé que mis manos acariciaran tu cabello ligeramente largo y oscuro como si quisiera grabarme ese cosquilleo en mis palmas. Todo se sentía tan real. Bebí de tu mirada, me dejé llevar por aquella sensación de primavera floreciendo en mi interior y te besé como si fuera la ultima vez que podría saborear tus labios, quería grabarme aquel sentimiento de plenitud, quería grabar cada rasgo tuyo en mi mente porque nunca volvería a experimentar algo así en mi vida. En cualquier momento despertaría y solo sería cuestión de segundos para sentirme vacía y encontrarme a mí misma anhelando sentir nuevamente todas estas emociones.

Sí, todo era un sueño.

Soñé contigo, soñé que me querías. 



¿Cómo están? Espero que bien.
Voy a tratar de hacer más OS para que tengan algo que leer durante esta pandemia.

¿Les gustó este OS?🤔

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