24. Ben Hardy

2.3K 84 8
                                    


Él estaba recargado cerca de la puerta del metro, había asientos vacíos, pero él prefería ir de pie pues no le faltaba mucho para llegar a su parada. Todas las personas en aquel vagón iban muy preocupadas en sus asuntos como para darse cuenta de su presencia y eso estaba bien, pues a él nunca le había gustado mucho ser el centro de atención. Eso era el lado positivo de no ser un actor tan reconocido, al menos por el momento.

Desbloqueó la pantalla de su móvil y fue directamente a la aplicación de música, la melodía de una canción al azar no tardó en inundar sus oídos. El rubio acomodó de mejor manera sus auriculares y se dispuso a disfrutar del resto del camino. Así que cuando el metro hizo una de sus paradas, él no le tomó importancia hasta que leve empujón le hizo tambalearse en su lugar; alguien había chocado con él.

El ojiverde apenas si fue capaz de escuchar un leve "perdón" gracias a la música que resonaba en sus oídos. La persona que chocó con él pronto estuvo en su campo de visión, era una chica. No hizo falta que le viera el rostro para darse cuenta de que la chica estaba completamente desorientada, pues, aunque el rubio solo podía ver su espalda, pudo observar como la cabeza de la chica se movía de un lado a otro; alternando entre los mapas pegados en las paredes del vagón. El cabello castaño y corto de la chica bailaba sobre sus hombros con cada movimiento, una de sus manos rascando superficialmente la parte posterior de su cuello como si fuese un tic nervioso.

Decidiendo ayudar a la chica, el ojiverde desbloqueó nuevamente su celular y pausó la canción, guardó sus auriculares junto con su celular en el bolsillo delantero de sus joggings y le tocó suavemente el hombro a la chica. La castaña se sobresaltó en su lugar, y con una mano en su pecho se giró hacía él.

—¿Sí? – Ella fue la primera en hablar, aquellos orbes cafés mirándolo con una intensidad que le dejó con la boca seca.

—Pareces perdida, ¿puedo ayudarte en algo? —No transcurrió ni un minuto cuando las mejillas de la chica se tiñeron de un bonito rosa. El ojiverde sonrió sin dudarlo.

— Uh, yo... —Ella murmuró, mirando al chico frente a ella con un poco de inseguridad. Aquellos ojos verdes eran absurdamente hermosos y le costaba enfocarse en emitir algo coherente. – De hecho, sí. Estoy perdida. Necesito llegar a la calle Brick Lane, pero no sé en que estación debo bajar.

Le gustó el acento de la chica, era muy marcado, pero diferente y bonito.

—No eres de por acá, ¿verdad? – El rubio le preguntó y la chica no sabía si podía sonrojarse aún más. Ella no pretendía que las personas se diesen cuenta de que no era de Inglaterra, no quería que su manera de hablar inglés la delatara pues eso la expondría a cosas no tan positivas.

—Uh, en realidad, no. – Admitió, ¿qué mas daba? El ojiverde ya la había descubierto.

El rubio esperó a que ella dijese algo más, pero no sucedió.

—Debes bajar en dos estaciones más, pero después debes caminar un poco más. —Comenzó a darle indicaciones. – El metro no llega hasta a esa calle, y si tomas un taxi te saldrá bastante caro. Es mejor que camines lo que falta, cuando salgas de la estación veras un arco de metal, desde ahí caminas cuatro cuadras a la izquierda, dos a la derecha y te vas en línea recta hasta que llegues a una estatua de un hombre sobre un caballo, ahí está la calle Brick Lane.

El rubio terminó de explicar, y por poco suelta una descuidada risita al ver el rostro confundido de la castaña. Los ojos de la chica estaban abiertos de par en par, y él podía jurar que había palidecido.

—Gracias. —Murmuró la chica, tratando de no olvidar las indicaciones que el rubio le había dado. El ojiverde sonrió.

—Si quieres, puedo acompañarte. —Ofreció. La castaña lo observó con el ceño fruncido.

One shots (Multifandom)Where stories live. Discover now