—Libera a los Bijuus, por favor, y déjalos ser libres. Puede ser que lo diga porque me llevo bien con ellos, pero sé que no harían nada malo.

Torpe e ingenuo Naruto.

—Parece que todavía no lo comprendes —Exhaló un suspiro, aburrido por tener que darle clases en esa situación—. Ahora eres el jinchuriki de todas esas bestias. Es decir, tienes una parte de su chakra en ti y yo pienso destruirlo todo. Narito, voy a matarte. Si hiciéramos lo que el Sennin dice, necesitaríamos el chakra de tu interior para deshacer el Tsukuyomi infinito, pero bastará con usar los Bijuu que capturé. Los mantendré vivos hasta entonces.

—No te lo voy a permitir, y lo sabes.

Así es. Sasuke ya lo presentía.

—Entonces serás el primero —Echó un vistazo a lo que tenía alrededor y no pudo evitar hacer una mueca en su fuero interno. Si iba a deshacerse de si eterno rival no sería ahí. Había un lugar mejor para ello—. Cambiemos de sitio. Ya sabes de lo que hablo.

Giró sobre sus tobillos y sin vacilaciones, tomó el camino que su mente dibujaba.

—¡Sasuke-kun, sé que no puedo hacer nada! ¡Ya lo sé! —exclamó con la voz rota—. ¡Te quiero! No pensé que acabarías así. No pude ayudarte cuando me necesitabas y tampoco detenerte... ¡Soy patética! Pero Sasuke-kun, si todavía tengo un lugar en tu corazón, por pequeño que sea, ¡no te vayas, por favor! —Lloraba. Esa chica no se cansaba de derramar lágrimas en su nombre. ¿Por qué seguía queriéndolo? No lo comprendía—. Si estuviéramos juntos, todo sería como entonces...

Y le cansaba. Suficiente era con cargar las esperanzas de Naruto. No quería lidiar con las de Sakura.

—En verdad eres molesta.

Giró apenas, mas fue suficiente para que ella viera el remolino morado de su iris y sintiera a los segundos, un golpe en su pecho que le sacó el aire de sus pulmones y la hizo caer hacia delante.

—¡No tenías que ponerla en un genjutsu!

—Si no lo hubiera hecho, nos habría seguido —contestó a un enojado Naruto—. Que no estorbe.

—Ella siempre quiso salvarte —susurró Kakashi mientras colocaba sobre su regazo a su alumna.

—¿No se estaría divirtiendo jugando a los romances? No entiendo qué es lo que me ve —escupió frustrado.

Desde pequeño le había molestado que las chiquillas lo sigan sin razón aparente. Nunca había jugado con ellas, ni cuando sus padres vivían. Ninguna lo conocía realmente, pues se solían acercar solo para declararse, lo cual le parecía absurdo. ¿Cómo podía gustarles si ni siquiera intentaban saber de él? No tenían idea de lo impaciente que era y lo aburrido que le parecía jugar al escondite. Tampoco estaban al tanto de lo mucho que detestaba los chocolates como las faltas ortográficas en las cartas que ya no leía desde que encontró insultante que escribieran mal su nombre.

Lo peor había sido tener que lidiar con esas molestas moscas después de la masacre Uchiha. Estaba seguro que la aldea entera susurraba lo que le había pasado al pobre huérfano, mas sus supuestas fans no se habían molestado en darle tranquilidad, si no que se empeñaban en seguirlo y atiborrarlo de cosas que odiaba.

Con el paso de los años, había perdido interés en esa estupidez llamada amor; y habría continuado así de no ser por Yumi. Esa mujer había visto su verdadera esencia, había alterado sus hormonas y había ayudado a su hermano a sobrevivir, a pesar de los peligros que eso significaba. Eso, para él, era tener reales sentimientos.

—No me gusta nada de Sakura.

—Las razones solo faltan cuando se trata de odiar a alguien —sentenció Kakashi—. Solo quería estar contigo, no hacerte suyo. Quería salvarte. Esta chica a la que casi matas, llora cada vez que se acuerda de ti. ¡Y te quiere tanto que sufre!

Kimi ga suki | Tú me gustasWhere stories live. Discover now