Capítulo 33: Gracias, pero adiós

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Busqué a Karen después de escapar, le conté una mínima parte del problema, entonces, ella mencionó a Luke y comenzó a quejarse en lo que yo le mandaba una nota de voz a Hannah diciéndole que Joshua era un hijo de puta. Me encontraba bien o eso creía, ahogué mis sentimientos combinando bebidas y, lejos de sentirme devastado por lo de Joshua, lo había convertido en algo hilarante, así como solía hacerlo con toda tragedia en mi vida.

Lo que me daba terror era la idea de encontrarme sobrio de nuevo y afrontar la situación. Por mí, en ese momento, me habría metido miles de drogas con tal de no volver estar lúcido y de que todo siguiera siendo solo un chiste más del cual burlarme con los ojos ahogados en llanto.

Jason se asomó al cuarto de su hermana y nos miró a los tres como si fuéramos unos vagabundos.

—¿Qué les pasó? —nos preguntó extrañado.

—Todo es culpa de los malditos hombres. —Karen le lanzó la almohada que tenía en la cara a su hermano.

—Dile a tu novia que estaba equivocada —agregó Hannah—, no importa qué edad tengan, los hombres son unos malditos.

Él resopló, observó cómo me empinaba una botella de Vodka y perdió la esperanza que aún tenía en el grupo.

—Sí, ¿quién necesita hombres? —le pregunté, me limpié lo que quedó de Vodka con el dorso de la mano.

—¡Chris! —expresó Jason, entró al cuarto y se recargó en la pared—. Te recuerdo que tú eres uno.

—¿Y? —ladré—. La verdad lo peor que me pudo pasar es que me gustaran los hombres. —Pensé de nuevo en Joshua, en sus manos, en sus labios y la vibración de su voz en mi oído. Tomé más Vodka para alejar ese recuerdo.

Hannah y Karen me señalaron, dándome la razón y festejando mis palabras.

—Creo que me voy a hacer heterosexual —dije muy seguro de mí mismo—. Siento pena por ustedes. —Miré a Karen y Hannah.

—Después de que el estúpido de Marcus me dejó en visto por tres semanas, no me quedan ganas de seguir intentando con chicos —replicó Hannah, volvió a tomar tequila—, las relaciones tradicionales no son para mí, está en mi genética. —Algo de alcohol cayó en su blusa, ya de por sí manchada—. O tal vez... ¡El problema sean los hombres! —acusó a Jason.

—Yo he elegido hacerme asexual —agregó Karen.

—¿Y tú de qué te quejas? —le espetó su hermano—. Tú fuiste la que dejó a Luke.

—¡Él le metía la lengua a la garganta a Abby Sykes! —escupí—. Y no solo lo hizo una vez.

—¡¿Qué?! —preguntó un impresionado Jason—. ¡Karen!

—Tú nunca te enteras de nada —bufó la aludida—, andas por ahí como si a la gente no le pasaran cosas. —Karen se sentó, sostuvo su cabeza con ambas manos y despeinó sus cabellos claros—. ¿Acaso sabías que a mí Luke me engañó, que un universitario jugó con Hannah y que el novio de Chris estaba comprometido? —Jason se quedó callado, noté su vergüenza—. Ya solo te preocupas por ponerte al nivel de tu perfecta novia.

—Ya, Karen —intervino Hannah—, fue error de comunicación.

Sentí las miradas encima, lo peor era que yo todavía guardaba un secreto.

Ellos habían demostrado ser buenos amigos, me mostraron que podía confiar. La culpa volvió, Harry no merecía el pedestal en el que lo tenía, aquel sitio era para ellos. Mi problema era ese: amaba a la gente que debería odiar e ignoraba a la gente que debería amar.

El retrato de un joven lúcido | ✅ |Where stories live. Discover now