22. Lo Perra Que Fui

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En la noche llegó también Halsey porque la llamé y de repente todo el mundo sabía que algo grave había pasando.

Al día siguiente no pude contenerme y llamé a la ojiverde, le dije que viniera a casa, me hizo caso pero volvimos a tener la misma discusión, le eché en cara absolutamente todo lo que también me había hecho, mencioné hasta al profesor de antropología, pero respondía cosas muchísimo más hirientes, le grité demasiado, ella le dio una patada al sillón que sonó como un crujido y respondí lanzandole una pintura de la pared.

Nos detuvimos, ella me calmó, se disculpó y luego comenzó a empacar sus cosas. No la dejé, las desempacaba a la vez, le rogué que se quedara pero ella se fue de nuevo muy enojada, Delgado y Halsey lo presenciaron todo e intentaron hacernos entrar en razón, pero esa tarde ya no tenía remedio.

Pasaron otros días, yo seguía en shock y no asimilaba que cada vez se ponía todo más grave, nuestros dos amigos nos llevaron a la fuerza a la casa de Delgado, colocaron música y nos dieron alcohol para (según ellos) hablar más relajadas. Fue todo lo contrario, el roommate de Delgado quiso entrometerse casi a la fuerza en una de nuestras discusiones, y Rose terminó peleando con él a puñetazos, el chico se cortó la mano con un artilugio filoso que había en la sala, fuimos a urgencias, allí Rose me dijo que iría a casa para sacar sus cosas de una vez por todas.

Fui tras ella, al llegar al departamento me miró como si estuviese derrotada, me acerqué de nuevo, la besé, me correspondió, follamos todo lo que pudimos, pero con demasiado enojo, sin cariño y sin decir una sola palabra, sólo gemidos y forcejeo hasta que de la nada ella se detuvo y se fue sin despedidas.

Pasó un mes y ninguna era capaz de enviarle un mensaje a la otra, pero sabía que ella no se había ido aún, la quería de vuelta, después de seis años la resca amorosa era cómo la cosa más inconcebible y anormal del mundo.

Un día que no lograba soportarme a mi misma en ese departamento fui a buscarla a casa de Delgado, era de noche, ella estaba sola y no encendió ni siquiera las luces para invitarme a pasar, lo hicimos con la ropa puesta contra la jodida puerta de entrada, en algún punto quise disfrutar una vez más de los besos desesperados como si olvidaramos el odio y volviéramos a la normalidad, pero ella no lo permitió, básicamente me echo de allí.

Una semana después fue ella esta vez quién llegó a casa, lo hicimos en el sofá, me aterraba pensar que podía ser el último, que tal vez se estaba despidiendo y entonces todos esos fueron polvos rápidos, escandalosos, ardiendo de deseo pero sin ninguna intención de detenernos a pensarlo demasiado... Eran despedidas, necesitábamos valor y resignación para dejarlo de verdad, pero yo tenía en el fondo una esperanza frágil y sé que en cambio a Rose ya no le quedaba nada.

Pasaron dos semanas más, los amigos de ella dejaron de hablarme, siempre supe que si alguien acababa las cosas de raíz entre nosotras sería Rose. Salí una noche a una discoteca, allí la vi.

Estaba con una chica muy guapa, me enojé, seguramente no pasaba nada entre ellas pero yo besé a una de mis amigas para que ella nos viera, Rose no reaccionó, ni siquiera le comió la boca a su acompañante en respuesta, pero hizo algo aún peor.

Creo que fue justo esa noche cuando me di cuenta de que esto sí estaba pasando y nosotras, ella y yo como pareja habíamos llegado a ese momento de la avalancha dónde no hay vuelta atrás.

Rose, en medio de la discoteca besó suavemente la mejilla de la chica guapa y le dio un abrazo entre risas, luego la llevó de la mano al baño, ahí frente a todos, frente a mí, como si fuera algo real, como si en cambio a lo que yo sentía ella en ese momento no estuviese pensando en mi.

Sentí ira y mi corazón ya había encontrando todas las excusas para romperse.

Los días y noches siguientes quise tener muxho sexo, sexo de venganza, quise hacerlo con una chica de la universidad, luego con una amiga de Rose, llamé incluso a Maddy, pero siempre las echaba repentinamente de casa antes de que me vieran romper en llanto.

LIVING IN SIN © LesbianWhere stories live. Discover now