13. Soledad

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Rose's POV

Nunca pensé sinceramente que pertenecía a Chicago, lo he evitado a toda costa y desde que pude salir de allí nunca y por ningún motivo deseé volver.

Pero luego estoy aquí reflexionando mientras dejo caer mi cuerpo en la improvisada silla al rededor de un montón de chicos jóvenes y el alcohol que en realidad no me gusta demasiado ocasiona lo que vendrían siendo sentimientos de arrepentimiento, por haber venido o mejor aún, por no haberme ido hace rato.

Evito mirar a Skyler, ella me ha dejado pensando con cada cosa que dice y odio darme cuenta de que alguien me tiene tan atrapada que cualquier cosa que haga se convierte en un tornado de información dentro de mí.

Me había permitido fijarme en ella, de la forma tranquila, pero no puedo silenciar lo que he descubierto y me atormenta, una hora antes de las seis fui al edificio adyacente al Gotten porque no tenía nada mejor que hacer y di un vistazo desde la calle, la luz del departamento que solía ser suyo y mío estaba encendida y sonreí... Pero apareció Thomas de la nada.

— Yo creo que está ocupada — dijo sin que yo le preguntara. — Llévame a Norridge, por favor.

Preferí no indagar más y tampoco llamar al timbre del departamento como había planeado. Sin pensarlo demasiado fui hasta el estacionamiento de mi edificio para darle una moto a Thomas y decirle que se adelantara camino a Norridge.

Me senté en alguna tienda con una botella de agua para dejar pasar la hora que faltaba hasta las seis.

Allí me encontré sin querer con Louisa, una diseñadora con quién dormí hace un mes y estuvo hablándome de Robin, hijo del dueño del hotel que alquiló Lili Anthony quién también me invitó a un privado de electrónica la semana pasada. Francamente no la hubiese saludado pero a veces hablar con gente me sirve como recordatorio, como una campanita de sentido común que me recuerda cosas en plan, la gente sale con gente.

— Vale, el que pierda enseña su último mensaje del móvil — escucho la voz grave de un amigo de Holly, miro de reojo, aún necesito un par de tragos para que me importe poner atención — empiezo...

Por algún motivo indescifrable pienso en Halsey, no la actriz de teatro, sino en la niña que fue mi cuñada, cuando me hacía cumplidos que me ponían extrañamente tímida, ¿Cómo puedes pasar de aquellas relaciones tan torpes a un momento como éste en el que estás con gente y todo lo que haces rápidamente se olvida?

— Te ves tan linda Rose, llevo años sin verte — dice Holly tocando mi cabello — ¿Puedo hacerte una pregunta? — sonrío y no le pongo atención a lo que acaba de pronunciar.

De repente se hace un hueco en mi cabeza y comienzo a pensar en las personas.

En todas aquellas con las que cubrí como si fueran una manta gruesa y peluda, la soledad.

Hace más de dos años, después de Skyler Grey vino Harry Belivet de Cleveland, nos conocimos en un concierto de entrada libre, tenía el cuerpo lleno de tatuajes y mi parte favorita de estar con él es que nada le importaba en lo más mínimo, era totalmente indiferente a cualquier cosa y sobre todo a mi en los momentos más abrumadores de mi vida, podía estar días enteros sólo escuchando música a lo lejos mientras yo me atascaba de trabajo para sacarme de la cabeza a Skyler Grey.

Recuerdo un día en su cuarto con empapelado de rayas verticales blancas y negras, yo estaba sentada en el escritorio de Harry revisando el ordenador y de repente, sin avisar siquiera me eché a llorar, pero así como un maldito bebé, me hice una bolita en la silla y sencillamente no podía parar, él estaba acostado en su cama con los cascos, esperó... Esperó... Esperó y cuando dejé de llorar me trajo agua, una manta y cambiamos de lugar, yo en la cama y él en el escritorio, pero ni una sola palabra. No se metía ni un poco en el montón de rarezas que hacía y la verdad creo que tampoco le importaba, una maravilla de sujeto.

LIVING IN SIN © LesbianWhere stories live. Discover now