17. Mal Querer

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Bueno, pues abro maratón de actualizaciones para que pasemos una cuarentena tranqui, comenten sus dudas.

Advierto: La narrativa se pondrá densa, de verdad recibo sugerencias.

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Los tres tumbados en algún recuadro de césped en el Norridge Distric Park, totalmente sumidos en nuestros pensamientos, Thomas mal herido, Rose con las manos atrás de la cabeza mientras suelta cortos y repetitivos suspiros, y yo para ser franca, echándole un vistazo.

Ella me devuelve la mirada inmediatamente con esos ojos brillantes y verdes que tendrá toda su puta vida. No sonríe, no me dice absolutamente nada, sólo me mira, nunca he logrado averiguar por más que pasen los años si ella es realmente consciente de lo vehemente que es, aunque se lo digan todo el rato.

« ¿Tú recuerdas lo que sucedió en realidad?» pienso para misma, es una pregunta que deseo hacerle.

Y entonces me transporto instantáneamente allí, a la calidez del frío de aquellos días y sus ojos que brillaban más bonito cuando estábamos enamoradas.

Ese día, principios de abril de hace siete años sacábamos cosas de cajas marcadas con rotulador negro en un apartamento pequeño, sin separaciones y con una sola ventana que ocupaba un muro entero. Teníamos dieciocho, nos mudabamos a nuestra primer vivienda en Chicago después de conseguir plazas en universidades allí, es verdad que yo tenía más pertenencias que ella, pero justo en esos días estaba sucediendo sin siquiera darnos cuenta el punto de inflexión más grande de nuestras vidas.

Nuestras cosas se mezclaron entre ellas de una forma muy especial, es bastante lógico que mis jersey y vestidos en tonos pastel jamás podrían acomodarse junto a sus vaqueros rasgados y abrigos de cuero, ni que mi set de pilates podría estar junto a sus libros y ese launchpad que jamás la había visto usar, pero nunca odié el hecho de compartir mi espacio y cuando de repente todo estaba acomodado y las dos nos reíamos mientras tomábamos vino en el suelo de nuestra primer casa para las dos (y la más auténtica hasta el momento) sin más preocupaciones que las que estaban por venir fue como tener en mis manos algo que nadie jamás me podría quitar.

Aún no sé qué era eso, la sensación de aquellos días, pero tenía algo inquebrantable, mío y me hacía la persona más feliz del mundo... Cuándo leí tú carta Rose "Sigue sin descolocarse de mi corazón... Lo que pedí esa noche" lo sé, lo entendí y en ese momento de la historia yo también pedí algo, una eternidad entera a tu lado, jóvenes y felices, odio el tiempo, odio las circunstancias, odio que esta historia tenga que continuar...

— ¿No te gustaría colgar luces de navidad por toda la casa? — me preguntó Rose casi acabando la botella de vino.

Ella borracha era un alma totalmente pacífica a la que le gustaba reflexionar.

— Sí, aunque me gustaría más llenar las paredes con no sé... fotos y espejos — respondo, mis padres nunca me dejaron decorar mi habitación en WeiBull — quiero un espejo sobre la cama.

— Qué miedo Skyler Grey — chilló ella de forma graciosa — ¿Cómo vamos a dormir con un espejo en el techo?

— Me da morbo — comencé a reír esperando a que ella entendiera.

La chica entonces arrastró su cuerpo hasta quedar hombro a hombro junto a mi y me dedicó una sonrisa de vergüenza.

— Ojalá mañana te vaya bien en tu primer día — dijo saliendose totalmente del tema — la gente dice muchas cosas sobre la universidad.

— Ojalá aún estudiaramos juntas — respondí.

Ella se mordió el labio, tenía la esclerotica rojiza y todo el día tuvo en la cara una sonrisa entre tranquila y melancólica.

LIVING IN SIN © LesbianTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang