34

1.5K 151 39
                                    

Camina de un lado a otro, con las manos en la nuca, esperando por algo; quizás un milagro. Mientras, la morena se había instalado en la superficie del retrete, cansada de estar de pie, expectante al panorama que hacía su.... ¿amigo?. Su padre había cogido con ganas el sofá, después de arribar, lo que dificultaba el plan de escape.

San... —este suspiró, parándose en un sitio fijo y después ladear su cara para ojear hacia donde la chica se encontraba— ¿No se te ocurrió salir, distraer a tu padre y darme ventaja para irme?

Lo pensó por un momento.

— Imposible, mi papá nunca deja la puerta sin la llave echada después de entrar — se echó para atrás, hasta dar con la espalda en la puerta.

— ¿Por qué me miras ahora...? — preguntó, lo que hizo que dejase de hacerlo, con una sonrisa divertida.

— No es nada, solo me acordé de algo.

— ¿Y tiene que ver conmigo? — cuestionó.

La volvió a mirar, soltando a los segundos una risa nasal.

¿Enserio quisiste llevarme a la cama solo para averiguar si yo era una reencarnación de tu padre o algo por el estilo? — soltó.

Está vez, fue ella la que desvió la mirada. Recordaba todo, exactamente todo lo que había dicho por aquella boca suya, toda la información que no debería de haber contado. Para empezar, no tendría que haber bebido aquella noche —se auto reprochó—. San sonreía divertido por como Ning había reaccionado.

Bueno, no hace falta que respondas. Es obvio que sí — se separó de la puerta, manteniendo sus brazos cruzados sobre su pecho.

— Lo siento.

Sin más dilación se levantó, y caminó en dirección a la puerta. Esta ya no estaba bloqueada por el menor, solamente por el pestillo, aunque no era un problema. San captó las intenciones de la chica en milisegundos.

Espera, espera, espera —susurró con prisa— ¿Qué crees que haces?.

— Salir de aquí.

— Mi padre sigue ahí — se puso entre medias, obstruyendo el paso a la morena.

— Me viene dando exactamente igual. Quiero irme San — hizo un ademán hacía la izquierda, dando a entender que iba a seguir su camino.

Hábilmente, la sujetó con fuerza pero no tanta como para hacerla daño. Boreum no se esperaba que San utilizase una simple, pero efectiva llave de otro deporte distinto al boxeo, la cuál le sirvió para arrinconarla e invadir su espacio vital. Ahora Ning tenía los ojos como platos.

— ¿Practicas algún otro deporte? — cuestionó asombrada.

— De pequeño hacía taekwondo. Estate quieta. ¿Ok?

Sus manos estaban atrapadas detrás de su espalda, mientras que el rubio la tenía sujeta de la cintura con una mano, para con la otra y su pierna, impedir que escapara por el lado derecho.

Choi le había echado un rápido vistazo a los labios contrarios, delatándose al pasar su lengua por los suyos. Esto no fue indiscreto para Boreum, la cuál observó aquella acción y después, su boca.
Cerró los ojos. Las imágenes de la noche anterior habían vuelto, aunque ya no causaban ninguna sensación de culpa o reproche. Esta vez instauraban un sentimiento de felicidad y calma.

En cuestión de segundos, sus labios estaban a un centímetro de rozarse.

— ¿Hijo? ¿Sigues en el baño? ¿Te encuentras bien?

𝘠𝘰𝘶 𝘓𝘰𝘰𝘬 𝘓𝘪𝘬𝘦...                 « 𝐂𝐡𝐨𝐢 𝐒𝐚𝐧 »Where stories live. Discover now