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Mirae no tardó en entrar por la puerta, saltando como si tuviera 10 años y buscando imparablemente, con sus ojos, a su amiga en todo el barullo de gente del gimnasio.

Veamos... Son apenas las 12... ¿Si yo fuese Boreum donde estaría? —la chica se paró en seco frente al rin— Los sacos de boxeo, por supuesto.

Abanzó por las diferentes salas. Ya ni permiso necesitaba. El dueño del gimnasio la reconocía nada más ver su precioso pelo castaño, por lo que ya tenía vía libre para merodear por ahí.

¿Boreum-ah?

— Acaba de ir al baño, pero puedes esperarla fuera. No está permitido que gente no autorizada acceda aquí, lo siento.

El rubio apareció por su espalda, con una toalla para secar su cara y su cuello del sudor. La había seguido desde el gimnasio, no creía que esa chica estuviese autorizada a entrar ahí.

Nunca me dicen nada por entrar aquí además...¿tu quién eres? — se giró un poco, pero no tanto como para mirarle a la cara. Aún estaba ocupada buscando a su amiga.

— Perdona, pero yo si estoy autorizado para entrar aquí. Te pido por favor que salgas... ¡Eh! ¡¿Me escuchaste?!

La más alta había echo oidos sordos por completo y se había encaminado hacia los baños en cuanto vió el cartel que lo indicaba.

Sí, así era Mirae. A pesar de ser una persona muy agradable y social, también era terca como una mula e independiente. No cualquiera la convencía, o la decía, qué debía hacer.

De cualquier manera, el chico la había seguido. Estaba convencido a alcanzarla y si era necesario llamar a seguridad.

¡Ah! ¡Te encontré!

Ambas intercambiaron miradas, pero la de Boreum se desvió al rubio que seguía a su amiga con cara de pocos amigos.

Mirae... ¿Podrías esperar fuera? — pidió.

Tenía que evitar que esos dos se viesen las caras, no por la de ella, sino por la de él. Seguro ella reaccionaría justo como ella la primera vez que le vio.

Pero...

— Hay una salida por allí —señaló una puerta blanca— No tardo, lo prometo.

Tardó en ceder, pero salió justo antes de que ambos compañeros de trabajo se encontrasen.

— ¿La has dejado irse? A entrado aquí sin estar autorizada — se quejó.

— El señor Bin está de acuerdo con que entre aquí siempre y cuando sea importante — explicó todo lo calmada que no estaba él.

— ¿De acuerdo? Espero que sea su hija...

— Emm... No. Es mi mejor amiga —cruzó los brazos y adoptó una expresión seria— Te pido que cuando abandone esta conversación no la persigas por todo el gimnasio con el fin de regañarla o expulsarla de aquí, o sino tu y yo tendremos problemas.

Volvió a emprender su camino hasta el saco de boxeo en el que entrenaba, su bolsa de deporte se encontraba justo al lado y sin ella no podía ir a asearse.

Dejó los guantes sobre el banco nada más se los desabrochaba de las muñecas.

Oye, no hace falta que te pongas así conmigo... Solo tenías que explicármelo — dijo apoyándose ligeramente en el saco.

𝘠𝘰𝘶 𝘓𝘰𝘰𝘬 𝘓𝘪𝘬𝘦...                 « 𝐂𝐡𝐨𝐢 𝐒𝐚𝐧 »Where stories live. Discover now