4

3.8K 224 46
                                    

¡Mamá!

No era extraño. En realidad ya era como una costumbre... Su voz grave, agitada y preocupante quedó aprisionada entre las paredes de la habitación, incluso cuando el sonido se detuvo, su cabeza seguía repitiendo la misma palabra, como si fuese un disco programado para volver al principio nada más terminar su reproducción.

— Boreum-ah...

Su hermano había abierto los ojos, ni siquiera se asustaba ya con los gritos de su hermana, la costumbre había llegado a ser un hábito muy malo. Permanecía mirando fijamente a su hermana, ni se había incorporado ni sorprendido, solo despertado.

Por otro lado ella respiraba profundamente, la costumbre no la había dado número para su visita. Su vista paseaba a veces por la pared y las sábanas, sinó duraba minutos en un punto fijo.

Boreum-ah. ¿Estás bien? — había decidido encender la luz.

— S-Si... solo es el mismo sueño — asintió sin mirar hacia la cama vecina a la suya.

Cubrió la mitad de su cara con su mano para frotar su ojo y su mejilla. Normalmente la noche es larga, pero esta sería eterna. Se culpabilizaba de los desvelos de su hermano, al fin y al cabo, era ella la que quería que durmiesen juntos, aunque estaba claro que no todo era por ella. Él tampoco la dejaría dormir sola ni aunque así le echase de casa, sabía que solamente su presencia ayudaba a la castaña a tranquilizarse y una vez pasado el sueño, volver a dormir en paz.

Ambos suspiraron.

Ella por cansancio, tanto físico como mental; decepción, ¿tan difícil era olvidar o superar?; y tristeza, seguramente esto la atormentase hasta quién sabe cuando.

Él por empatía, le dolía ver a su hermana asustarse y despertarse en medio de la noche de allá para cuando u otras veces seguidas.

Al sol le costó desperezarse ese día. Cualquiera diría que salió más tarde de lo normal. Quizas el mundo se estaba poniendo de acuerdo para alargar las noches de sufrimiento de aquellos desvelados, aquellos que confiaban en que los primeros rayos de sol saldrían pronto para dar comienzo a un buen Sábado de paz y tranquilidad.

Había bastantes tareas que hacer en casa, y como siempre eran repartidas entre los dos. Las ventanas del salón estaban siendo limpiadas por la mayor hasta que se empezaron a escuchar como alguién raspaba y arañaba la puerta de madera.

Soltó el trapo y el pulverizador en el primer lugar sólido que encontró y se acercó a la puerta para abrirla.

Soltó el trapo y el pulverizador en el primer lugar sólido que encontró y se acercó a la puerta para abrirla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝘠𝘰𝘶 𝘓𝘰𝘰𝘬 𝘓𝘪𝘬𝘦...                 « 𝐂𝐡𝐨𝐢 𝐒𝐚𝐧 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora