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Taehyung había descubierto su punto débil.

Mientras el erudito estaba en su tarea de acariciar su piel y repartir besos a lo largo de su cuello, el príncipe no podía evitar soltar suspiros ahogados y gemidos entrecortados. Se retorcía del placer que la situación le causaba.

—Jin... —insistió el príncipe, llamándole en un hilo de voz —Jin... Te necesito a ti... Por favor.

Pero el aludido no cedía. Al contrario de ello, había bajado sus besos hasta aprisionar uno de los pezones de Taehyung y juguetear con el otro con una de sus manos. Amaba ver cómo el joven llamaba su nombre, con un deje desesperado. Amaba sentir como las manos ansiosas del contrario se ceñían a su espalda y apretaban. Así como también disfrutaba de ver su rostro, el cual se contraía a ratos.

Su lengua se dirigió hasta el abdomen de Taehyung y este arqueó su espalda cuando el chico estuvo peligrosamente cerca de su miembro, el cual palpitaba por la falta de atención en él.

—Seok Jin... —un suspiro se escapó de sus labios. El erudito comenzó a besar el interior de sus muslos y Taehyung sintió un escalofrío recorrer toda su espina dorsal.

Inoportunamente. Los recuerdos se habían aglomerado sobre él y lo distraían. Sentía unas inmensas ganas de llorar, parpadeaba un montón de veces para alejar sus lágrimas, y en cuando Seok Jin estuvo a su altura y comenzó a besar sus mejillas, notó el sabor salado y se separó de él. Apenas observándolo en aquel cuarto oscuro en el que estaban.

—¿Pasa algo? ¿Te he lastimado? —le preguntó, sintiéndose nervioso de repente. Eran pocas las veces que había visto a Taehyung llorar, así que no sabía cómo actuar ante una situación como esa. Sus dedos fueron, por instinto, hacia sus mejillas para acariciar ahí y alejar las lágrimas que se colaban por ahí.

Taehyung no podía dejar a un lado su inseguridad y su miedo. Sabía que era inútil llorar por algo como eso, pero tenía demasiado temor. Todo parecía tan perfecto que preveía que terminaría por sucumbir y destruirse con la misma facilidad con la que se había armado.

«No quiero eso, no quiero eso» pensó Taehyung, comenzando a sollozar con más fuerza. Enredó sus manos en la espalda de Jin y lo acercó a él, buscando refugio entre sus brazos y permitiéndose mostrar su lado más íntimo hacia él. Seok Jin alzó una de sus manos y acarició el cabello de Taehyung, notando como los llantos se hacían casa vez menos perceptibles.

—¿Quieres hablar de lo que te pasa? Sabes que puedes decírmelo —le aseguró Jin, con un tono de voz tranquilizador.

—Sé que es tonto, que ya lo he dicho tantas veces, pero no puedo evitarlo, no puedo seguir cargando con esa preocupación en mi mente —empezó a decir Taehyung, trazando círculos imaginarios con su dedo en la piel de Jin —. Sé también que debemos disfrutar nuestros momentos juntos mientras podamos. Pero el simple pensamiento de que habrá un fin entre nosotros dos me hace sentir asustado, no puedo estar tranquilo si sé que algo nos separará al final.

—También es algo que me inquieta... —murmuró Jin — Dudé mucho en contarte de los sentimientos que desarrollé por ti, Taehyung, por que tenía miedo. Los castigos son intimidantes. El hecho de que nos separarán no es muy prometedor. Incluso llegué a preguntarme, ¿y si lo intentamos y sabemos que no resultará, entonces para que hacerlo en primer lugar?

—Yo...

—También estoy asustado, tanto como tú. Pero ¿Sabes? Creo que debemos arriesgarnos un poco. Tú me quieres y yo te quiero a ti, ¿No crees que valga la pena?

Taehyung se separó un poco para poder observarlo a los ojos y se quedó así por unos instantes. Valía totalmente la pena. Se deslizó con un poco de dificultar para unir sus labios en un corto beso y luego repartirlos por todo su rostro. Así como Jin había hecho con él. El erudito no pudo evitar soltar unas risas que hicieron que el corazón de Taehyung se sintiera más cálido.

The Erudite; JinTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora