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Ludwig llega el miércoles cuatro de diciembre a Barcelona. Manuel está parado en e aeropuerto, abrigado y con teléfono en mano, intentando divisarlo desde hace más de media hora. Ha estado ansioso todo el tiempo de verlo, y es por eso que lleva la última media hora dando vueltas por todo el sector de llegadas, moviendo sus pies, nervioso mientras se toma todos los cafés de máquina que Julio se ha preocupado de llevarle cada diez minutos (no te mueras congelado, José Manuel le repetía siempre que llegaba con un vasito de poliéster y un dulce para Miguel, parado junto a Manuel).

Hay una cierta clase de ansiedad respecto al encuentro. Más allá de la innegable emoción que le provoca la idea de encontrarse con Ludwig después de más de un año (Manuel no ha viajado a Chile en mucho tiempo. La última vez fue en agosto de hace dos años, partidos amistosos y clasificatorias de copas internacionales. Aún así, estuvo muy poco tiempo, tanto que no le alcanzó ni siquiera para pasar más de un día en su casa junto a su mamá y a sus hermanos), se siente extrañamente nervioso de que lo vea en este lugar. En su hábitat, en su propio hogar. Siempre se han encontrado en Chile, en la casa de su mamá, en la casa de Ludwig, en las playas o en el sur, en los lugares donde Manuel todavía se podía reconocer como un niño, como el pequeño González que chutea la pelota en los recreos. Ahora, en cambio, está aquí como Manuel, como el futbolista profesional que dejó su país de origen a los diecinueve años, como el futbolista titular del Barcelona. Era mostrarse como una persona diferente, era demostrarse así mismo frente a Ludwig, frente a su maestro, su amigo, su apoyo, su familia.

Manuel se muerde la lengua y juega con sus manos, escondiéndose en el cuello de su larga chaqueta. Mueve sus piernas yendo de adelante hacia atrás, pero ya no puede hacer nada más para detener el nerviosismo. Solo siente como alguien tira la manga de su chaqueta, y cuándo está por preguntarle a Miguel qué pasa, su vista se desvía hacia la rubia cabellera que destaca entre la gente recién llegada.

—¡Manuel!
Ludwig mantiene ese acento tosco con el que siempre ha hablado el español. Sus erres se pronuncian con demasiada fuerza, igual que la jota, mientras que la ese siempre suena demasiado suave. Tiene también la misma sonrisa de un millón de soles con que le hablaba cuando tenía seis años, y aunque han pasado dieciocho años desde esos minutos, Manuel se vuelve a sentir como un niño en casa, seguro y cuidado.

Manuel corre hacia Ludwig, quien aún lleva la maleta en una mano y tiene el cuello cubierto por una bufanda tan azul como sus ojos. La maleta se cae al piso cuando Ludwig rodea el cuerpo de Manuel en un abrazo fuerte, en un abrazo pegado e íntimo. Es algo tan de familia, que Manuel no puede evitar esconderse a sí mismo en la curvatura del hombro de Ludwig (de puntitas lo hace. Ludwig es veinte centímetros más alto que él, y alcanzarlo siempre ha sido un desafío para Manuel), quien lo termina abrazando con tanta fuerza que al final termina por levantarlo.

Mein kind—murmura, apretándolo. Manuel piensa que va a llorar en cualquier momento, así que se obliga a sí mismo a no soltar lágrimas y a tragar ese nudito en la garganta que parece persistir.

Cuando Ludwig lo deja ir, cuando los pies de Manuel vuelven a tocar el piso, es que puede ver bien el rostro del alemán. Todavía tiene el pelo rubio como los girasoles, todavía lo peina hacia atrás. Todavía tiene la piel pálida, blanquísima, aunque ahora le puede ver una que otra línea en las esquinas de los ojos. Su boca todavía es delgada, y sus dientes todavía brillan como perlas. Sigue siendo absurdamente alto, absurdamente fornido, musculoso y fuerte. Sigue siendo, después de todo, el Ludwig de hace dieciocho o veinte años.

Manuel se preocupa de llevar la maleta de Ludwig al auto mientras Miguel se le cuelga en la espalda y Julio le pregunta por el vuelo. Cuando Manuel guarda la maleta en la maletera y se encuentra con sus amigos tomando turnos para que Ludwig los cargue en brazos, es que Manuel recuerda, una vez más, lo que es el amor.

Between |ARGCHI|Where stories live. Discover now