Un amor de elección

2K 136 29
                                    

A veces, aquellos momentos que habían dolido tanto en el pasado nos impedían avanzar con nuestro presente. En mi caso, la gran mayoría de esos momentos se debían a Laura, mi madre y a una vieja imagen de Natalie. Todo eso contribuyó, para bien o para mal, a ser quien soy ahora.

Sin embargo, no sólo eran los momentos dolorosos los que nos dejaban secuelas o dictaban en gran medida nuestro modo de vida. Lo bueno, lo regular, lo aburrido, lo memorable y lo que no, también formaba parte de esa red de personalidad tan compleja que nos formaba y manejaba el como actuamos ante ciertas situaciones.

Si viviste una mala experiencia, seguramente vas a desear evitar cosas similares. Si fue buena, entonces será todo lo contrario. Sin embargo, existe una excepción para esta última.

¿Qué sucede con esos momentos que, de tan felices que fueron, ahora solo duele recordarlos? Esa pregunta resumía mi vida con Laura. ¿De qué modo algo que fue bueno puede doler tanto? ¿Es que aquellas cosas felices se ven opacadas cuando algo malo sucede después? Lo cierto es que, aún si Laura me dejó  (cosa que fue, desde luego, horrible) fui feliz en su momento. Sin embargo, duele. Duele mucho.

                                        ●•●•●

Me volví a mirar al espejo que tenía en frente. Era el último día y de algún modo Natalie me había convencido de bajar y meterme al mar. Sin embargo, tenia el mismo problema de siempre: ¡me veía completamente ridícula! Y no era porque fuera particularmente insegura respecto a mi cuerpo. Era lo que era, y estaba bien, ni mucho ni poco. Algo que mostrar, pero nada que envidiar.

No, la cuestión venía de más profundo, de algo mucho más atrás, de Laura.

Ya había mencionado que ella fue la que me regaló la seguridad, la única que me hizo sentir mejor en aquella visita a la playa. ¿Por qué ahora me costaba tanto? Suspiré resignada y me coloqué la bata encima, luego bajé así, sin mostrar el traje de color rojo que había comprado sólo para este viaje.

Ya abajo, vi a Natalie sentada bajo una sombrilla leyendo un libro. Ethan jugaba con una pelota de playa junto a sus amigos, los cuales nos habíamos encontrado en el bar la noche pasada. Naturalmente, también estaba su esposa y... Lea. Natalie era la única que no jugaba, y sinceramente me alegré un poco por ello.

—Hola —dije sentándome a su lado.

—Hola, estuve esperándote, ¿vamos al mar? —preguntó emocionada. Se veía linda. ¿Cómo decirle que mi estúpida mente no me permitía mostrarme en traje de baño?

—Bueno, lo que pasa es que... —antes de poder continuar ambas notamos que Lea se dirigía hasta nosotras. Sus movimientos parecían ir en cámara lenta, como una modelo en algún comercial de perfumes caros.

—¡Hola! —saludó con bastante efusividad y se sentó a mi lado, bajo la sombrilla —Jordan, ¿cierto? Lindo nombre. Ayer no tuvimos mucho tiempo de hablar, lo siento, no pretendía ignorarte.

—No pasa nada —mencioné. Realmente no comprendía su repentina actitud.

—¿No estabas jugando con los otros? —preguntó Natalie que ahora había vuelto a poner sus ojos sobre el libro.

—Sí, pero me aburrí. Oye, Jordan. Me preguntaba si existe la posibilidad de que me des tu número —propuso de la nada. Su rostro ofreció una tierna sonrisa que se mostraba sincera —. Nosotros estaremos unos cuantos días más por aquí, pero ustedes se marchan mañana temprano, ¿no es así?

¿Qué demonios sucedía? Me miraba como si yo le gustase. ¿Acaso no estaba interesada en Natalie? Voltee a ver a esta última, pero no me miraba. A pesar de ello, era de algún modo capaz de percibir cierto enojo.

La elección de amarte | LESBIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora