Ser quien quiero ser

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Tenemos la tendencia a asociar eventos que no comprendemos al destino o a alguna fuerza superior que vigila nuestras espaldas.

Naturalmente, eso era entendible desde que a veces afrontar las cosas sabiendo que quizá no fue responsabilidad nuestra es mas sencillo que no creer en nada. La responsabilidad sólo era acto de algunos cuantos valientes.

Yo no lo era, sin duda. A pesar de que me negaba a creer en cosas como el destino, mi único apoyo moral era la continúa y ya bien sabida ilusión de añoranza al pasado. Poco más tenía fuera de eso desde que había perdido dos tercios de las cosas que me hacían feliz en mi camino hacia el futuro.

Sin embargo, habría jurado que aquella noche en la que mi hermano se marchó al hospital para visitar a su amigo, hubo alguna clase de fuerza mística. Se que no fue así, pero la serie de sucesos que desencadenó aquello daba la ilusión de que en realidad era de ese modo.

—Espera... ¿Qué? —la garganta se me seca de golpe y mi corazón se suelta con un millón de latidos por segundo. Quizá es por la inesperada propuesta, o quizá por la manera en que me mira mientras lo pide.

—No me hagas decirlo de nuevo, Jordan. Por favor —muerde su labio —. Sé que es inesperado, tonto y hasta denigrante, pero ambas somos mujeres, ¿no es así? No debería haber problema.

—Pero yo... ¿Dormir juntas porque te da miedo pasar la noche sola?

—No es... miedo exactamente. A veces yo tiendo a tener sueños, a recordar cosas que no debería y que se manifiestan en forma de pesadillas. Dormir sola incrementa esa posibilidad, además yo...

—Pero...

—Soy una tonta —se lleva una de sus manos al rostro —. Por Dios, no se en que estaba pensando al venir y pedirte esto. Olvídalo, ¿está bien? Fue una tontería, debo lidiar con mis propios problemas, de verdad que lo siento muchísimo.

—Oye, espera —la tomo del brazo cuando intenta volver a la habitación de mi hermano —. No he dicho que no todavía, sólo dije que era extraño. Tienes razón, no debería pasar nada, eres la novia de mi hermano, no hay nada de malo en dormir juntas.

Me hago a un lado indicando que puede pasar, y así lo hace. Recuerdo entonces que es la primera vez que entra a mi cuarto. Cierro la puerta detrás de nosotras y observo como mira todo con ayuda de la poca luz que se cuela por la ventana.

—Verás que mi cama es bastante pequeña, ahora que lo pienso podríamos ir a la de mi hermano, si te parece.

—No, aquí ... está bien —dice colocando una de sus manos en la cabecera de la cama, luego mira por la ventana —. Son unas vistas muy interesantes.

—Lo son. Me causan muchas sensaciones.

—¿Qué clase?

—De todo. Recuerdos mayormente, pero también extrañeza, siempre es una sorpresa lo que voy a sentir en esa ventana. Es complicado, porque odio las sorpresas, pero tienen algo de adictivo. Tiendo a contradecirme bastante.

—¿Que yo esté aquí es una sorpresa? —ríe para si misma, como si siguiese sintiendo que lo que hace está mal.

—Sin duda alguna —me dirigí hasta mi cama —. Puedes dormir pegada a la pared. Da mayor sensación de seguridad, o al menos eso es lo que creo.

Me hace caso y se mete entre las cobijas de mi cama de lado de la pared que sostiene la ventana que mencionábamos antes. Cuando ya se ha acomodado de espaldas a mi, me acuesto sintiendo una enorme cantidad de vergüenza por la cercanía de nuestros cuerpos, aún si cada una mira a un lado distinto. En un momento dado comienzo a creer que los latidos de mi corazón se propagaran a través del colchón y llegarán hasta sus oídos. ¿Por qué demonios he aceptado que durmiera conmigo así como así? Supongo que dentro de mi tenía una infinita curiosidad por saber como se iba a desarrollar la situación.

La elección de amarte | LESBIANWhere stories live. Discover now