¿Qué me pasa?

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Luego de que Laura desapareciera sin dejar rastro, comencé a ocultar mis emociones a mi y al resto del mundo.

Aunque había comenzado desde la muerte de mamá, las heridas que mi antigua novia había dejado me hicieron volverme más estoica ante las situaciones de la vida. Trataba de reaccionar de la manera mas calmada posible, ese era mi escudo, el caparazón que no tenia cabida para nadie.

Sin embargo, eso no significaba que no sintiese. A menudo estaba triste, enojada, y de vez en cuando algo similar a alegre, pero todo eso me lo guardaba. ¿Acaso el mostrar mis emociones me hacía sentir débil o vulnerable? No lo sabía. Era una de esas cosas que hacemos más por instinto, que por razón.

Salí de mi habitación por algo de beber mientras mi hermano y Natalie veían uno de esos aburridos programas de responder preguntas para ganar dinero.

Intento pasar desapercibida ante el debil, pero molesto sentimiento que comenzaba a sentir cuando los veía juntos. ¿Acaso estaba comenzado a sentir celos de mi propio hermano? ¡Por Dios!

No quería aceptarlo pues hacerlo también era admitir que algo extraño comenzaba a pasarme con Natalie, y eso no podía ser posible. Mientras servía el agua recordé aquella mañana, hace ya una semana y media en donde desperté sola luego de dirimir con ella. No hubo palabras posteriores y de hecho parecía que ella y yo habíamos comenzado a evitarnos.

No podía decir que me impedía llevar un ritmo normal, pero tampoco estaba del todo a gusto con ello. Me estaba volviendo una tonta, me estaba comenzado a agradar la presencia de Natalie.

Regreso a mi habitación sin que noten mi presencia. Acostada, pienso en que Ethan nunca mencionó algo sobre nosotras. Eso sólo podía significar que no le contó. Omitir detalles no es una mentira, pero siempre se omiten cosas que no se quieren decir. ¿Por qué no contarle? Si algo sabía, era que yo no lo iba a hacer.

Como siempre, me dediqué a mirar por la ventana mientras recordaba aspectos de mi vida. Me fundía en ellos como si fuese reales, como si aún estuviera ahí.

—Te gusto, ¿cierto?

—No sé de que hablas —mentí.

—Por Dios, Jordan. He notado como me miras. Seguir ocultándolo no nos va a volver novias —sonrió. En ese entonces no sabía lo que era una relación, mucho menos de amor entre mujeres.

—Bueno, entonces supongo que me gustas.

—Eres valiente, y eso me gusta. Ademas, eres muy bonita. ¿Por qué siempre pareces ocultar tus emociones?

—Supongo que las circunstancias me han llevado a eso.

—Pues no lo hagas más. Sonríe a partir de hoy, ¿bien? Aún si no es por ti, hazlo por mi hasta que te lo creas. Une mentira repetida mil veces tiende a convertirse en verdad.

Fue irónico que la misma persona que me hizo abrirme lograra que me cerrara de nuevo. Una cosa más a la enorme lista de contradicciones en mi vida.

Un toque en mi puerta, ¿de quien se trata? ¿Natalie de nuevo? La idea de que se trata de ella logra que me olvide de mi melancolía por un segundo. Laura ha pasado a segundo plano mientras mis nervios se disparan como balas en todas direcciones.

—¿Jordan? —oigo la voz de mi hermano y la tensión desaparece. ¿Qué demonios me sucedía?

—¿Sí?

—Natalie y yo saldremos un rato. Deja cerrada las puertas y no salgas, ¿vale?

—Bien.

De nuevo esa pequeña molestia se hacía presente. Era como una especie de piquete directo a mis sentidos  que lograba hacerme sentir realmente incómoda. No podía llegar a afirmar que eran celos, pero era algo similar.

La elección de amarte | LESBIANWhere stories live. Discover now