Insomnio

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El deseo muere cuando se logra. Es algo efímero, un placer que se disfruta más en el camino, que en la meta. Desear algo es un fin en sí mismo, un inicio y un final. Conseguirlo es igual de malo que no hacerlo. Sensación de vacío o buscar un nuevo deseo, esa es la cuestión.

¿Qué era lo que yo más deseaba en esta vida? Quería a mi madre de vuelta, pero eso era imposible. Quería enamorarme, quería amar a alguien de nuevo, pero eso era igual de imposible desde que ella se marchó. Vaya que, con 17 años, decir esas cosas era hasta estúpido y todo. 

Amor y deseo comparten el mismo final amargo. Una vez que lo consigues, queda esa sensación de odio y soledad. Cuando conocemos a alguien nos embarga la excitación, la droga de las hormonas liberadas por el cerebro, se crea la tensión sexual, pero... Una vez que la persona en cuestión es tuya, esa emoción se esfuma, igual que el deseo. Entonces necesitamos pasar al siguiente sujeto, pero por moral no lo aceptamos. Suprimimos el impulso, la naturaleza. Hacemos una elección.

Quien diga lo contrario, o miente, o nunca se ha enamorado.

Laura me había dejado un año atrás, y aun dolía como una estaca directo al corazón. Sin embargo, no había sido por ninguno de los motivos anteriores. Ella no se cansó de mi, o yo de ella, simplemente un día se fue sin dejar rastro. Sus padres cambiaron su domicilio, sus números telefónicos, todo...

De poco había servido intentar llamarla y, con el tiempo, la voz de la operadora comenzó a provocarme náuseas. Desde hacía un año que había dejado de pasar buenos momentos con frecuencia y, a los diecisiete años, sentía que ya nada valía la pena.

Claro que era un pensamiento estúpido. Era joven y tenía todo por delante para seguir con mi vida, pero... la nostalgia podía pegar muy duro de vez en cuando. Su engaño me envolvía cada vez más y más con su promesa de que todo era mejor antes, pero mentía.

Tener a mi madre y a mi hermano en la misma casa, llegar de la escuela e invitar a Terrence a jugar videojuegos, salir por las tardes con Laura y besarnos a escondidas dentro del primer callejón que encontrásemos.

Sí, eran sin duda mejores momentos, pero siempre se extraña más la sensación que la cuestión tangible. El pasado es el pasado, el futuro es incierto y el presente es monótono. ¿Dónde debería vivir? ¿En qué tiempo?

—Jordan, ¿estás bien?

—¿Ah?

—Últimamente parecer distraída. ¿Anda algo mal? —pregunta mi hermano desde la cocina.

—No, simplemente estaba... reflexionando.

—¿Ahora reflexionas todo el día? Seguro que ahora te gusta una chica, ¿cierto? Déjame decirte que antes de que sean novias debo conocerla. Tengo que asegurarme de que no vaya a ser un idiota contigo.

—No estoy enamorada —me río mentalmente ante la idea, intentando hacer como que Laura no se pasa por mi mente aún—. Además, tú estás demasiado ocupado con Natalie como para preocuparte por mi.

—Oye, no digas eso —deja de lado el cuchillo con el cual cortaba algunas verduras y viene hasta el sofá conmigo —. Sabes que tú me importas más.

—¿Seguro? —subo una ceja —. Últimamente cuando no llegas a casa me haces creer lo contrario.

—Sé que ha estado mal, pero siempre hay comida en la casa, conoces los números de emergencia, me aseguro de dejar conectada la alarma contra robos. Me tomo esas libertades porque sé que mi pequeña hermana está segura aquí. Ademas, parece que sabes cuidarte mejor de lo que yo me cuido —ríe.

—Tampoco nos llevamos muchos años, tan solo cuatro, ¿sabes? Además, hemos vivido lo mismo.

—Creo que mamá estaría bastante orgullosa de lo madura que te has vuelto.

La elección de amarte | LESBIANWhere stories live. Discover now