Capítulo 39 - El uno del otro

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A las siete en punto la alarma de mi móvil suena e inmediatamente la apago porque no soporto el sonido. Me siento completamente agotada y exhausta. Estas con las consecuencias de haber tenido sexo tan jodidamente intenso.

A continuación cambio de postura girándome hacia él. Sonrío al verlo prácticamente dormido, con la boca algo entreabierta y con la cabeza girada hacia mi lado. Sonrío al verle, aparto un poco su pelo de la frente y acaricio suavemente su mejilla. 

—Cariño, es hora de levantarse —mi voz suena melosa pero él ni se inmuta —Caleb —vuelvo a insistir dándole pequeños toquecitos en su mejilla, pero no logro despertarlo, solo consigo que él gire su rostro mirando al otro lado. 

Entonces decido inclinarme sobre él y le beso las tres pecas que tiene en su mejilla, esas tres pecas que me encantan.

—Mhmmm —dice moviéndose con una sonrisa. 

—Despierta Romeo, es hora de levantarse e ir a clase —beso su mejilla y dejo mi nariz en ella. 

—No me quiero levantar —dice rodeándome con sus brazos girándose hacia mi lado —. Quiero quedarme aquí contigo acurrucado —dice besándome el cuello.

—Créeme, a mí también me encantaría quedarme toda la mañana en la cama contigo pero tenemos obligaciones que atender —sonrío hundiendo mis dedos en su pelo. 

—¿Y si nos quedamos la primera hora? —dice acariciándome la mejilla suavemente.

—Me encantaría, pero no.

—¡Oh, vamos! —Dice besándome rapidamente en los labios y en la cara en general. 

—Ni lo sueñes —me río.

—Estoy agotado.

—Pues yo te veo con mucha energía —sonrío acoplando mi mano a su mejilla. 

Caleb se mete debajo de las sábanas tápandose y yo no puedo evitar dejarme llevar por el recorrido de besos desde mi clavícula hasta mis pechos. Justo antes de que llegue al pubis, reacciono, lo destapo y me incorporo. 

—A mí no me vas a convencer así —replico pero sé que no me está saliendo bien el ponerme seria

—¿Ah, no? —Humedece sus labios mirándome a los ojos con intensidad.

—No. Así que si me disculpas…

—No te disculpo nada. 

Me coge por la cintura tirándome a la cama haciéndome cosquillas consiguiendo que me ría a carcajadas. 

—¡Para Caleb, va en serio! —Digo intentando separar sus manos de mí.

—¡Vamos Annie, en serio, por una hora no pasará nada! —replica imitándome. 

—¿Quieres dejar de imitarme?

—¿Y tú quieres dejar de ser tan cabezota? 

—No soy cabezota pero tenemos que ir al instituto. 

—Podemos ir a segunda hora.

—No. 

—Sí. 

—No.

—¿Quieres ver como si? —me reta acercando su rostro al mío. 

—¿Quieres ver como no? —Le planto cara sujetador con mis manos su rostro desde su mentón. 

—Cariño… —su voz sale suave —Estamos solos, tú tía no está y porque nos quedemos una hora más aquí disfrutando el uno del otro no va a pasar nada. Sólo será una hora, solo una —sonrío —Vamos cariño, solo una hora —dice meloso besando mis labios emitiendo un ligero sonoro en el beso —. Sólo una hora.

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