Capítulo 27 - Quédate

402 88 129
                                    

Caleb saca el pan de molde dejándolo sobre la mesa y empezamos a sacar lechuga, tomate, queso, pechuga de pavo y más cosas para hacernos un sándwich. Observo la comida que hay sobre la encimera pensando en lo que le voy a poner al sándwich.

—Caleb, ¿tienes sandwichera? 

—Sí.

Caleb abre uno de los armarios sacándola y la enciende.

—Creo que me voy a hacer un sándwich fundido de queso y pechuga de pavo.

—¿Y ya está?

—Sí. ¿Por?

—No sé, es muy seco. Podrías añadir lechuga y tomate para darle sabor.

Caleb coge el paquete de lechuga para ponérselo al sándwich.

—No me va mucho la lechuga y el tomate aún menos —digo poniendo el queso sobre el pan.

—Qué sosa eres Evans.

—Lo que tú digas, Sprouse —enfatizo su apellido y meto en sándwich en la sandwichera cerrándola.

Pocos minutos después ambos estamos cenando sentados sobre un cojín en la alfombra mientras miramos Moderm Family pero sin quererlo, me desconcentro y me pongo a pensar en mí madre, en nuestra conversación y en lo mucho que la echo de menos. En los últimos tiempos ya no celebrábamos mi cumpleaños.

—Annie, ¿todo bien? 

—Si si —sacudo la cabeza volviendo a la realidad.

—¿Estás bien? ¿En qué piensas?

—En nada, tranquilo —le miro y sonrio sin mostrar los dientes.

—Annie… no tienes por qué mentirme —su voz sale suave e inmediatamente pone su mano en mi mejilla —. Te conozco y sé cuándo estás mal, cuando algo te preocupa y cuando estás feliz.

—¿A sí? 

—Sí —Caleb asiente con la cabeza. Entonces me deshago la coleta y pongo mi cabeza sobre el regazo de Caleb tumbándome por completo sobre la alfombra.

—¿Y cómo sabes eso? ¿Eres adivino? —giro un poco la cabeza para poder mirarlo bien.

—No, pero eres un libro abierto y he aprendido a conocerte. 

Sonrío sin mostrar los dientes y entonces Caleb empieza a pasar las yemas de sus dedos dedos por mi mejilla deslizándolas hacia el mentón mientras que yo me limito a cerrar los ojos sintiendo sus dedos acariciar mi rostro. Abro los ojos encontrándome con los suyos. No nos decimos absolutamente nada pero creo que con tan solo mirarnos nos lo estamos diciendo todo. Él sabe que echo mucho de menos a mí madre y más hoy siendo mi cumpleaños. Sus dedos se pierden por mi pelo y sé que me está queriendo decir que él está aquí para mí. A veces con una persona no hacen falta las palabras porque una mirada o una caricia vale más que mil palabras juntas. De repente nuestro contacto visual se ve interrumpido por el sonido de mi móvil. Lo saco desde la misma pose en la que estoy y cuando veo de quién se trata, me levanto sobresaltada.

—¿Qué ocurre? —dice Caleb.

—¡Es mi amiga de California! 

Me emociono tanto que casi me tropiezo e inmediatamente respondo a la llamada.

—¿Elena?

—¡Annie! —su voz se escucha bastante emocionada y yo no puedo evitar emocionarme —¿Cómo estás? ¡Feliz cumpleaños!

—Muchisimas gracias Elena. Te has acordado —digo emocionada llevándome la mano al pecho. 

—¿Tú estás tonta? —protesta graciosamente —¿Cómo no me voy a acordar?

Close  ✔️Where stories live. Discover now