Beatriz.

2.6K 99 11
                                    

POV LUCÍA

—Mira quién llega.

—Hola. —Sonreí.

—Un poco más y lo haces cuando nos hemos ido.

—Perdón, me ha tocado hacer caja —dije mientras le daba un beso a cada una.

Me senté en el corro que habían creado, teniendo en medio un par de litronas abiertas, además de un cigarro que Laura me pasó en cuanto me senté.

—Gracias.

—¿Cómo se ha dado? —preguntó Cristina.

—Como siempre —respondí—. Igual de aburrido. A ver si acabo con el TFM y mando a la mierda el restaurante.

—Te he dicho que puedo colarte en la empresa de mi padre —dijo Karla.

—Quiero tomarme unos meses sabáticos. —Bebí cerveza—. Me lo merezco.

Salir del trabajo e ir directa a los campos de entrenamiento para beber y comer con mis amigas, era el único hobbie que me interesaba. Conseguían hacerme olvidar el resto de lo acontecido en mi vida; seguramente porque ellas siempre tenían algún drama que ayudaba bastante.

En ese momento, el único drama era el de Cristina; pues había conocido a una chica, que solo quiso acostarse con ella un par de veces, después, desapareció. Y aunque se lo avisamos, a ella le había gustado tanto que no quiso verlo venir. Nuestra intención era que esa noche, saliera para tomar y olvidarse de ella. Un polvo saca a otro polvo.

—Te prometo que, si no ves a ninguna que te guste, me voy a casa contigo —dije intentando convencerla—. Sin más presiones.

—¿Y si la conoces tú?

—Entonces voy yo contigo. —Me ayudó Adriana—. Y dejamos a Lucía que desfogue tranquila.

—Que también le hace falta. —Miré a Laura en cuanto lo pronunció—. Me dirás que es mentira.

—No, pero tampoco tengo ganas esta noche de tirarme a alguien.

—Eso dices ahora. —Sonrió Verónica.

Ni me molesté en contestarlas, porque a veces no merecía la pena.

Esa noche tocaba noche en el Mandhala's; y era la primera, en mucho tiempo, que salíamos siete. Probablemente coincidía que, en ese momento, todas estábamos solteras, a excepción de Laura; pero tampoco es que la contara mucho, pues si salíamos de fiesta, ella también se venía y dejaba a Silvia, su novia, en casa.

—¿Has sabido algo de ella? —Me preguntó Cristina en cuanto nos quedamos Laura, ella y yo solas.

—Se pasa mañana por la mañana a por sus cosas —respondí soltando el humo del cigarro—. Las tengo todas en una caja para que se las lleve de una puta vez... Total, es lo que quiere.

—¿Y no has probado hablar con ella?

—Ya lo intenté, Laura, y no funciona. Ella no quiere, pues ya está, que lo disfrute y que sea feliz.

—Yo creo que hay otra.

—Laura. —La regañó Cristina.

—Yo también lo pienso. —Apagué el cigarro—. Lo único que me da rabia es que no sea sincera; quiero decir, si ha conocido a alguien, que me lo diga y ya está. Pero no saber por qué cojones sale corriendo ahora...

—¿Serviría de algo? Quiero decir, las cosas seguirían igual.

—Ya, pero por lo menos yo sabría qué ha pasado exactamente.

Después de ti.Место, где живут истории. Откройте их для себя