Me desperté con las sabanas pegadas a la cara gracias a mis lágrimas. Me levanté y fui directamente a darme un baño. Salí, no sequé mi pelo, no tenía ganas de nada. Me hice una cola de caballo. Tomé unos leggins negros y un suéter blanco. Me puse mis converses y arreglé mi cartera. Salí de mi habitación lo más rápido posible. Busqué mis llaves y salí de esa casa. Llegué a la universidad. Hoy no estaban Nicole ni Ian esperándome. Esto es una señal de que las cosas cambiarán. Salí del auto y no había absolutamente nadie afuera. Me extrañé, miré mi celular y salí corriendo. Era una hora tarde. Tenía varias llamadas perdidas, pero no hice caso. Llegué a la puerta de mi salón. Toqué varias veces, el profesor me abrió la puerta.
-Llega bastante tarde, señorita Ramos. Lamento decirle que no podrá entrar a mi clase. – Luego de eso, me cerró la puerta en la cara.
Gruñí y salí del edificio. Entré una vez más a mi auto y revisé mi celular. Dos llamadas pérdidas de Nicole. Apuesto que estuvo hasta tarde esperándome y no llegué. Suspiré pesada y encendí el auto. Me dirigí a la oficina. Cuando llegué, iba directamente a la oficina de Matt. Pero papá pasó justo al frente mío con él. Papá se paró y dio la vuelta para mirarme. Matt hizo lo mismo, pero con una pequeña sonrisa en sus labios.
-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la universidad? – Me dijo en tono muy seco.
-Llegué tarde y no me dejaron entrar. – Hablé en tono bajo y con mi cabeza agachada.
-Ves lo que te pasa por haragana. – Se dio la vuelta y siguió caminando. Matt se quedó allí parado, mirándome sin entender lo que había sucedido.
-¿Quieres hablar? – Me preguntó mirándome con sus ojos llenos de compasión. Asentí. Caminó hacia su oficina y yo detrás de él. Entré y cerró la puerta con seguro. Me apoyé en su escritorio sin dejarlo de mirar. Se acercó a mí y me agarró la mano. Al mirar mi mano, frunció el ceño. -¿Qué carajos te ha pasado?
-Ayer peleé con Alicia. – Dije en tono bajo. Trate de quitar mi mano de su vista, pero el no me dejó.
-¿Qué pasó? – Apretó su mandíbula.
-Me llamó puta por causar lo de ayer. – Me mordí el labio para no llorar. Suspiré. – Le di una cachetada, luego ella a mí. Me dijo que como no me ponías caso por eso le abro las piernas a Ian. La agarré de los cabellos. Papá se molestó. Ella le dijo lo que pasó y papá...
-¿Te pegó? – Me interrumpió enojado.
-No, no llegó a hacerlo.
-Mas le vale que no te ponga un dedo encima... – Llevó mis manos a sus labios y besó cada uno de los rasguños. Sonreí apenada. Luego subio sus manos acariciandome los brazos, hombros, el cuello y luego mi cabeza. Me acerqué a sus labios. Me besó. Un beso suave y gustoso. Con mis manos, acaricié su pecho y luego su cabeza. Él llevó su mano a mi cola de caballo y la desató. Desarregló mi cabello, soltándolo y luego lo acarició. Sonreí sin dejarlo de besar.
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EL SOCIO DE PAPÁ
RomanceEl socio de papá ¿Qué pasaría si a tu corta edad de 19, te enamoras de un hombre 17 años mayor que tú? No cualquier hombre, sino el socio de tu padre... Amelía Ramos, joven de 19 años. Extrovertida, inteligente y perseverante. Gracias a que sus p...