Capitulo 36

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Maratón 3/3

Se quedó en silencio por un buen rato. Se había movido y sentado en el borde de la cama dándome la espalda. Esperaba que me dijera algo. Tragaba mi llanto mientras me tapaba lo que podía con la cobija. Me dieron ganas de golpearlo. Le acabo de decir "Te amo", una frase con la que nunca me he sentido cómoda diciéndosela a cualquiera y él me ignora. Respiré profundo, me cansé. Me cansé de humillarme frente a él. Me cansé de que yo sólo sea sexo para él. Me puse de pie y busqué mis cosas. Me cambié sin decir una palabra. Me sentía como una puta que no cobraba por sus servicios. Él sólo se giró para observarme. Me sequé las lágrimas y solté todo el coraje que sentía.

-¿No piensas decir nada? - Pregunté con la voz entrecortada, pero firme.

-¿Qué quieres que diga?, Amelia, te dije que no te hicieras...

-¿Ilusiones? – Bufé – Ya estoy harta del mismo cuentito, Matt.

-¿Qué quieres que te diga? – Su voz subió haciéndome sobresaltar. - ¿Eh? ¿Qué te amo también? No voy a decir algo que no sienta, Amelia. – No puedo creer que haya sido tan estúpida al pensar que él podía quererme. Definitivamente, nunca me había sentido tan humillada en mi vida.

-Vete al demonio. No quiero  volver a saber de ti, hazte de cuenta que esto nunca pasó. Que nunca tuvimos nada que ver. – Él asintió sin decir una protesta, lo que me dolió bastante. Antes de salir, giré a verlo una vez más. - ¿Sabes? - Abrió sus labios para responder. -Espero algún día encontrar a alguien que me quiera tanto como te quiero yo a ti, Matt. - abrí la puerta y salí sin más preámbulos.

-Amelia...

Salí prácticamente corriendo de allí. Me puse la blusa mientras bajaba las escaleras. Al salir me topé con Ian, lo que me faltaba. No me atreví a mirarlo a la cara. Estaba despeinada, con la ropa mal puesta, llorando como magdalena y humillada. Él me tomó de la mano y me llevó hasta su auto como si fuera una niña pequeña. Seguía llorando mientras me abrazaba a mí misma. Sentí el auto estacionarse, pero no alcé mi cabeza.

-Amy, mírame, por favor. – Me dijo acariciando mi cabeza. Giré mi cabeza hacia él, aun apoyándola en mis rodillas. - ¿Quieres hablar? – Dijo mirándome con lastima. Asentí y él me abrazó. Lloré en sus brazos hasta que me llegué a tranquilizar un poco. Respiré varias veces.

-Le... Le dije que... Lo amaba – Dije entre sollozos. Él me miró sin entender.

-¿Qué pasó, entonces? – Lo miré y negué comenzando a llorar de nuevo. – Ese...

-Él no tiene la culpa, me dijo bien claro que no me hiciera ilusiones. Yo sola me hice daño...

-Amelia, ¿Te estás escuchando? – Me tomó de la barbilla – Te estás culpando por algo en donde nadie puede tener la culpa. – Lo miré, vuelvo a repetirme, ¿Por qué no me fijé en él? Nos miramos sin decir nada y me acerqué para besarlo. Él se alejó negando. – Amy, estás mal. Por más que quisiera besarte, estos momentos no son los adecuados para hacerte esto, ni hacerme daño a mí mismo. – Cerró los ojos y maldijo - ¿Cómo pudiste fijarte en él? – Volvió a maldecir.

Llegué a casa, mis padres también. Salí del auto de Ian y antes de que me vieran, entré y subí las escaleras. Me encerré en mi habitación. Por instinto miré mi celular, él me había llamado. Como si fuera culpa del celular lo estrellé contra una pared. Grité, solté todo lo que tenía adentro. Lo odiaba, lo odiaba. Quería hacérmelo creer.  ¿A quién quiero mentirle? Lo amo, más de lo que había podido llegar a amar a alguien. Me senté en el suelo mientras lloraba y lloraba. Quería soltar todo. No iba a cometer una locura, jamás me vendría una cosa así a la mente. Pero dolía, dolía más de lo que se puede pensar.

-¿Amelia? ¿Amelia? – Escuché la voz de mamá al otro lado de la puerta. - ¿Estás bien? – No quería responderle. ¿Qué le iba a decir? – Amelia, responde. – Dijo en un tono más preocupado.

-Es... Estoy bien, mamá...

-¿Segura? – Preguntó tratando de abrir la puerta.

-Si, por favor déjame sola. – La escuché alejarse luego de pensarlo unos segundos.

Me desperté gracias al ruido de alguien tocando a mi puerta. Miré a mi alrededor, ¿Cuándo me había quedado dormida? Estaba en el piso de mi habitación abrazándome a mí misma y con un dolor de cabeza insoportable.

-Amelia, maldita sea. Contesta. – Esa voz, era Nicole. Trate de ponerme de pie pero mis piernas no respondían, estaban acalambradas.

-Espera – Respondí, pero mi voz era apenas audible. Mi voz se había ido. Me dolía la garganta. No tenía muchas fuerzas. Trate de ponerme de pie de nuevo y justo oí un golpe en la puerta mientras se abría. Papá, mamá, Nicole e Ian, quien había derrumbado la puerta, quedaron perplejos al mirarme.

-Oh Dios... - Mi papá se acercó a mí y me abrazó – Estás ardiendo de fiebre, princesa.

-Tenía la ventana abierta – Dijo Ian cerrándola.

-¿Qué pasó, mi pequeña? – Preguntó mi padre quitando los mechones de pelo que tenía en mi cara por las lágrimas de ayer. Negué con la cabeza. Miré hacia donde estaban Ian y Nicole quienes me miraban preocupados y con lastima. Abracé a mi papá, me sentía avergonzada con él. Si él llegara a saber porque estoy así no estuviera aquí conmigo. Volví a llorar, como niña pequeña en los brazos de mi papá.

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Chicas, no sé porque, pero mi wattpad no me dejaba editar nada y  cuando lo subía no aparecía... 

Espero que les guste, lo lamento. 

 

EL SOCIO DE PAPÁWhere stories live. Discover now