Capítulo 39.

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Despierto ante el sonido de un quejido, lo hago tan rápido que hay un momento en el que debo sostenerme de la silla para adaptarme a la luz, cuando lo logro escucho otro quejido, a lo que me apresuro y llego hasta la camilla de Henry; él frunce el ceño a pesar de estar dormido, a lo que caigo en cuenta que es otra de sus pesadillas.

Tomo su mano echa un puño, la acaricio hasta que afloja su agarre. Me quedo a su lado por más de media hora, en las que se queja de algo. Cuando despierta lo hace sudando, con la respiración acelerada y perdido. Me toca tranquilizarlo, decirle nuevamente que todo está bien, él no habla sobre lo que le sucede, ni tan siquiera me mira, no es así hasta que traen su almuerzo.

—¿Has ido a tu apartamento?

Levanto la mirada de la revista que llevo leída más de tres veces.

—No —le contesto, doy un rápido vistazo a mi ropa— pero me he bañado —añado.

Espero que se ría de mis palabras, pero no lo hace.

—Deberías…

Lo interrumpo.

—¿Por qué me evitas? —cuestiono— ¿acaso hice algo mal?

Henry niega con la cabeza, y se le ve tan serio que me siento a morir. Quiero (deseo) verle una sonrisa en el rostro, quiero hacerlo reír, olvidar lo trágico que fue todo esto y celebrar que salió vivo de lo que era una muerte fija.

—Siento mucho si te estoy haciendo sentir mal —murmura.

No sé de donde me nace la valentía, pero le digo:

—¿Estabas tan seguro de morir que ahora te enoja estar vivo? Déjame entender, Henry: ¿acaso en tu súper plan de vida no hay una segunda opción que implicara vivir? Porque si no es así déjame decirte que tu plan ha fallado.

Me levanto de la silla que más cerca está de él, y camino hasta la puerta. Puede que él no entienda mi enojo repentino, pero al menos quiero que tenga en cuenta que yo sí estoy muy feliz de que esté vivo. Quiero saber qué he hecho mal para poder así arreglarlo o saber qué es lo que lo trae así.

—¿Es por los oficiales? —inquiero.

No lo miro, ni quiero hacerlo cuando responda esta pregunta. Porque, esta mañana, han llegado unos oficiales junto al abogado que me presentó el investigador McFly, y ellos traían un citatorio. Y no quiero pensar que es por ello que esté enojado.

—¿Estás tú enojada conmigo? —su voz se carga de dolor. Me apresuro a negar rápidamente y doy media vuelta para mirarlo— Entonces yo tampoco lo estoy contigo. Me importa una mierda los oficiales o el que mi plan haya salido mal, me importa poco. Lo que me importa en este instante es saber si tú y yo estamos bien.

Da un largo respiro, deja su comida sobre la mesita y se restriega las manos contra el rostro.

—¿Estamos bien, Des? —cuestiona, luego me mira.

—Por qué no lo estaríamos —inquiero.

Camino de nuevo hasta la camilla.

—Quizás porque te encerré en el baño de una habitación de hotel o porque a pesar de todo no me quedé, porque fui egoísta y dije que te quería para luego irme a un lugar de muerte —se encoje de hombros—. No lo sé, Des. Me hace sentir mal el haberte fallado y que a pesar de eso tu sigas aquí conmigo.

Sus palabras me toman desprevenida, y a pesar de que lo que ha dicho es lo más normal que haría una persona, yo no lo hago. Porque en esos momentos estaba tan llena de angustias como para pensar en odiarlo.

Hasta el Final #1 ✅Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ