Capítulo 29.

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Detengo mi mirada en las paredes blancas, la luz se refleja con fuerza en ellas, obligándome a achicar la mirada y pasarla hasta las baldosas del techo que tienen el mismo color. Por un momento no pienso en nada, tan solo me concentro en mi respiración, en el roce del aire acondicionado en mi piel; es frío, tanto que por un instante deseo nunca salir de las sabanas. Aun así, sigo mi camino por las paredes, las miro con detenimiento hasta que una cabellera rubia llama mi atención, levanto mi mirada y me encuentro con una gran sonrisa y unos ojos verdes llenos de alivio.

—Despertaste.

Lorraine se agacha un poco y besa mi mejilla, gimo adolorida, a lo cual ella se disculpa y me regala otra sonrisa. De poder llorar, lo haría, pero no queda lágrima alguna dentro de mí como para hacerlo.

—Me preocupaste, cariño —habla bajo, lo hace temiendo destrozarme con sus palabras, haciéndome sentir frágil— Henry me llamó cuando llegaron al hospital, lamento mucho lo del asalto. Me tranquiliza que hayan puesto una denuncia, verás que no tardaran en encerrar tras las celdas a las bestias que les hicieron esto.

Cierro mis ojos y respiro hondo.

Otra mentira por parte de Henry.

Abro los ojos y miro mi cuerpo: tengo intravenosas conectadas a mí, y unos cuantos parches de tela sobre mis heridas. Luego miro a mi alrededor, intentando reparar en donde me encuentro, pero al levantar la mirada se me escapa el aire en un suspiro lleno de alivio.

—Henry... —murmuro.

Siento mi garganta seca. Él me mira desde el sofá donde se encuentra. Sus golpes están curados, pero logro mirar que no se encuentra bien; lleva grandes ojeras bajo sus parpados, y sus ojos se encuentran rojos e irritados. Cubre su rostro y comienza a sosollar seguido de leves espasmos. Se ve tan roto que mi corazón se estruja.

Está mal.

Y esto ya no se trata de las fechas, ni de sus padres, no. Esto se trata de la culpa que siente sobre él, la misma culpa que siento que me asfixia, que me toma por el pecho y me obliga a rogar por vivir. Es aplastante, tanto que no encuentro la manera de hablar, no encuentro la manera de seguir adelante cuando sus sosollos se vuelven más fuertes y levanta la mirada hasta mí. Entonces el dolor, la súplica y su culpa se estancan sobre mí, terminando de destrozarme.

—Yo... los dejaré a solas —Lore acaricia mi rostro y gesticula un volveré— estaré en la cafetería.

Asiento en su dirección mientras miro como sale de mi habitación de hospital. Espero paciente a que Henry se recupere, y cuando lo logra, lo veo levantarse y llegar hasta mí. Busco a tiendas su mano, la tomo y acaricio. Tiene varios moretones en los nudillos, y cortes causados por los golpes se encuentran rojos sobre su piel blanca del rostro.

—Lo siento, Des —dice, la voz rasposa y arrastrada— lo siento mucho, más de lo que imaginas. Siento... siento lo de Wilson.

Afianzo su agarre y siento como comienzo a derramar mis propias lágrimas.

—No es tu culpa —contesto— no lo es.

—Pude asesinarlo ahí mismo, pude acabar con todo en un instante —se lamenta—. Pude resolver todos los problemas de mi jodida vida de una buena vez por todas, pero no fui valiente, no pude desafiarlo.

Siento el resentimiento en sus palabras, siento todo el odio y dolor. Y me recuerdo que ahora me encuentro frente al único y verdadero, frente a un hombre limpio, sin mentiras. Al menos ante mí. Y no sé cómo pensar, ni reaccionar. No sé si pueda ayudarlo, si pueda sanarlo de todo su dolor. Ni tan siquiera sé si pueda soportarlo. Soportar lo que cargan sus hombros y los míos.

Hasta el Final #1 ✅Kde žijí příběhy. Začni objevovat