Capítulo 18.

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Wilson camina a una distancia prudente de mí. En el camino a mi apartamento escribo un mensaje a Henry, comunicándole que he llegado sana y salva. Esta es otra noche en la cual he regresado del trabajo, con la cabeza adolorida y la vista cansada, noche en la cual debo reportarme ya sea con una llamada o mensaje a Henry.

Mensajes que él responde al instante.

( Que tengas buena noche, me alivia saber que te encuentras bien. Descansa. )

Comienzo a acostumbrarme, no está mal. No podría estarlo cuando me siento tranquila. Es algo por lo que siempre he aspirado en mi vida: tranquilidad. Esa ha sido siempre una de mis mentas; encontrar la tranquilidad en todo aspecto de mi vida cuesto lo que cueste.

El celular suena anunciando una llamada, en el identificador leo que se trata de papá. Contesto un poco apenada, después de todo, llevo tiempo sin llamarles. Deben estar preocupados, sé cómo son ellos, y cualquier cosa les desespera.

—Hola, papá.

—Siempre es bueno escuchar tu voz, preciosa. ¿Todo bien por allá?

Lucho con el cerrojo de la puerta, Wilson al ver mi lucha se acerca y me ayuda a abrir. Le agradezco con un asentimiento de cabeza, luego me indica con gestos que hará guardia afuera. Lo veo irse, entro a casa y dejo todo en el suelo tras cerrar la puerta.

—Todo excelente papá —contesto— lamento no haberlos llamado, el trabajo aquí es más arduo, hay cosas por hacer a toda hora.

—Me enorgullece escuchar que sirves de algo —bromea, los dos reímos— entiendo eso, quien no lo entiende es tu mamá, por eso llamo, insiste en que vengas a la barbacoa especial, sabes que cada año hacemos una, y no queremos que este año sea sin ti.

Sonrío como una niña. Las barbacoas de papá siempre ha sido algo hermoso, un espacio de todos los años en que nos unimos como familia; la madre de Lorraine, mi amiga y su hermano siempre nos acompañaban a mamá, papá y a mí, hasta había veces en los que los vecinos se nos unían.

—¿Para cuándo sería?

—Mañana mismo.

—¿En medio de una semana? —cuestiono sorprendida— ¿No puede ser un sábado, quizá un domingo estaría bien?

—Cumpleaños de tu madre, ¿es que lo has olvidado?

Muerdo mi labio inferior, castigándome. Porque puede que quizá lo haya olvidado con todo esto de la mudanza. ¡Vaya! ¿Cómo pude olvidar algo tan importante?

—Nunca lo olvidaría —miento— tan solo que tenía un obsequio distinto a viajar hasta allá.

—Por favor, preciosa, ven a vernos, sabes que a tu madre le gustaría eso más que cualquier otro obsequio.

Lo pienso, no está mal. Invitaría a Lore, entregaría los adelantos de mis investigaciones y pediría a Donovan estos días para ir de visita a mis padres. Tan solo sería ponerme en marcha. Miro hacia el interior de mi apartamento, a las paredes de ladrillo rojos en busca de una respuesta a mis pensamientos. Termino cediendo, siempre lo hago.

—Estaré ahí para maña en la noche, lo prometo.

—¡Por eso te amo, mi preciosa!

***

Guardo mi laptop en su estuche, dejo los papeles por entregar a mi jefe en mi escritorio y llevo todo lo necesario a mi bolso de viaje. Cuando tocan la puerta de mi oficina, levanto la vista, encontrándome con Lorraine y su tierno puchero.

—Te juro que muero por ir —gimotea con voz infantil.

—Aun puedes hacerlo —le recuerdo.

Entra de lleno a mi oficina, luego toma asiento en una de las sillas frente a mi escritorio. Ella juega con su cabellera rubia, pareciendo desanimada.

Hasta el Final #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora