Capítulo 19.

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Cuando la noche cae y el timbre suena, me regreso a mis padres. Los miro a los dos, de espaldas a mí, con la mirada puesta uno sobre el otro y una sonrisa gigantesca llenando el silencio que se queda tras sus susurros.

—Invité a un amigo —les digo.

Tanto mamá como papá que se preparan en la cocina para la barbacoa, me miran. Me encuentro reflejada en ellos; en la piel de papá, los ojos de mamá, la sonrisa de los dos y el cabello oscuro... me veo dentro de unos años, quizá sola o, si logro ganarle a la vida, con la persona correcta a mi lado, en una cocina igual de pequeña que esta, hombro a hombro y riendo. Pero por ahora me conformo con verlos, me conformo con que ellos estén felices, llenos de vida.

—¿Lo conocemos? —cuestiona papá.

Tiene un cuchillo para la carne en mano, le sonrío. ¡Claro que lo conoce! Hasta puede que lo idolatre. Pensar en papá conociendo a su jugador favorito de béisbol es la más grandes de las locuras.

—¡Vaya que si lo haces! —le digo.

Papá me mira confundido por mi repentino ánimo.

Camino hasta la puerta principal, verifico por la mirilla que sea Henry quien ha tocado y abro la puerta. Me quedo ahí, mirándole. Entonces no entiendo por qué lo inspecciono, porque recorro su rostro con esmero, en busca de un cambio, de los más mínimo, como si temiera, de un pronto a otro, que Henry desapareciera, cambiara o simplemente se esfumara. Me 'se su rostro de memoria; los ojos claros, el cabello castaño y la nariz gruesa, un poco grandes.

Él también me mira, y cuando mis ojos dan con los suyos, no puedo evitar lanzarme sobre él y abrazarlo. Lo rodeo con mis brazos alrededor de su torso y dejo descansar mi mejilla izquierda en su pecho, no tarda mucho en dejar lo tenso, y accede al abrazo rodeando mis hombros y recostando su mentón en mi cabello. Lo escucho respirar hondo.

—Hola a ti —le saludo.

Henry ríe, una risa ronca que me vibra en mi mejilla.

—Es una linda bienvenida.

Lo libero de mi agarre. Inspecciono su rostro y hay unas leves ojeras alrededor de esos lindos ojos. No puedo evitarlo, vuelvo a abrazarlo, esta vez rodeo su cuello, obligándome a ponerme de puntillas para alcanzarlo.

—Todo estará bien —le digo al oído.

—Eso es lo que más deseo —contesta.

Escucho pasos por la sala, me alejo de Henry.

—Debo advertirte que mi padre es un gran fan tuyo —le digo con rapidez— así como el número uno, y no hace más de tres horas estaba viendo la grabación del partido del domingo.

Henry sonríe, una muy bella sonrisa para mirar.

—Lidiaré con ello —dice.

Entrelazo sus dedos con los míos, guiándolo hasta la cocina. Mamá está de espaldas a nosotros, con la mirada puesta en la ensalada que prepara. Papá en cambio, parece trazar cortes en la carne.

—Les presento a mi invitado —anuncio.

Los dos nos miran, mamá es la primera en reaccionar: cubre su boca ahogando un gritito de asombro, sus ojos se abren con asombro y posa su mirada de mí a Henry, y viceversa, pareciendo no creer que, el hombre junto a mí, es Lawrence. Luego está papá, que ante el gritito de mamá deja caer el cuchillo sobre la tabla de picar, da media vuelta y se paraliza.

—Henry, ellos son mis padres —los presento— Vicent y Kelly Maher. Papá, mamá, él es Henry Lawrence.

Henry los saluda con una sonrisa y un movimiento de manos tímido, como si temiera asustarlos con su presencia. Pero las dos personas frente a nosotros son unas completas estatuas.

Hasta el Final #1 ✅Onde histórias criam vida. Descubra agora