Prólogo.

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Destiny.

Cinco semanas atrás.


Tecleo con rapidez un correo, mis dedos viajan por toda la laptop mientras intento, no de una manera egocéntrica, darle las razones del por qué yo, Destiny Maher, debería ser recibida para una entrevista. Entrecierro mis ojos, aun con las gafas puestas busco el más mínimo error en mi correo. Debo ser impecable, más de lo que ya lo soy, a la hora de redactar cada uno de los correos que envío a las personas que deseo entrevistar, ya sea por petición de mi jefe o por gusto propio. Pero este correo es la excepción, no puedo fallar en lo que será mi pase a la cima, al estrellato, a mi muy esperado ascenso en esta revista.

Leo por última vez el correo, cambio unas cuantas palabras que me parecen no calzan bien, y dudo en enviar. ¿Qué tal si no lo lee? Mi sueño se irá al suelo. ¿Qué tal si lo lee y me rechaza? Entonces la misma respuesta será dada: yo sin ascenso y humillada por los demás.

Cierro mis ojos, con la mano suspendida sobre la tecla y recuesto mi cuerpo en el respaldar de la silla. Mi oficina es un desastre, mi vida también, al igual que mi seguridad en cuanto al trabajo y todas mis decisiones.

—Tú puedes, Des. Tú te ganarás esta entrevista y serás ascendida a redactora de artículos —me doy las fuerzas necesarias para seguir.

Regreso a mi postura anterior, reacomodo mis gafas sobre el puente de mi nariz y lo envío. No pasan ni dos segundos cuanto la etiqueta de enviado aparece en la bandeja. Genial, ahora a deshacerme del desastre que es esta oficina.

Me levanto de la cómoda silla y miro a mi alrededor: cajas de cartón se encuentran abarrotadas en la entrada, junto a bolsas negras de basura que, básicamente, no traen basura. Debo decir que esto de mi vida adulta no está saliendo tal como lo esperaba, aun así, intento sonreír en cada video llamada que tengo con mamá, sin importar que, al final de ello termine llorando por lo desastroso que implica vivir sola. Y más en una gran ciudad. Cambiar de Brooklyn a Manhattan no es demasiado, eso lo tengo claro. Tan solo el coste de la renta y los treinta minutos de viaje son lo que me separa de mamá y papá.

¿Entonces por qué tanto alboroto? Me detengo en medio de la oficina a pensar.

La vida adulta es un asco.

—Por favor no me digas que comenzarás a llorar como la última vez —busco con la mirada a la dueña de esa voz, doy con una rubia de cuerpo esbelto apoyada en el marco de la puerta.

—No lloraré, tan solo admiro pesarosamente todo lo que tengo que llevar a casa.

Lorraine entra a mi oficina con una sonrisa enorme, la cual no tengo idea de a qué se deba. Lorraine es redactora de artículos en esta revista, donde, aparte de escribir sobre farándula y moda, también se escribe sobre sucesos dados alrededor del mundo.

—Dime, cariño —ella toma asiento al mismo tiempo en que yo lo hago frente a mi escritorio— ¿Ya enviaste ese correo tuyo que no te dejaba dormir?

Asiento repetidas veces. Lorraine, aparte de ser mi compañera de trabajo, es mi mejor amiga, es por eso que, al igual que mi familia, sabe sobre mis problemas de seguridad y todo lo que me rodea como persona.

—Al fin lo he hecho —le respondo.

—Tres días intentándolo, cariño.

—Pero lo he hecho, Lore. Eso es lo que importa ¿no?

Me encojo de hombros ante la sonrisa cómplice de mi amiga. Pero eso era lo que importaba, ¿no? Enviarlo. El sonido que notifica un nuevo correo en mi laptop nos pone alerta. Acerco mi silla hasta el borde del escritorio e ingreso mi contraseña. Noto como Lorraine, al igual que yo, se acerca hasta el borde del escritorio y mira ansiosa lo que sea que esté por ver.

Me detengo justamente ante lo que parece un nuevo correo en mi bandeja. El corazón me late con desenfreno, las manos me sudan y por un momento entro en pánico. ¿Lo famosos responden su correo personal? Ya que, siendo sincera, nunca había recibido una respuesta tan pronta, mucho menos cuando de alguien tan famoso se trata.

—Me ha respondido —murmuro.

Mi amiga suelta un largo suspiro al escucharme.

—¿Y qué esperas para leerlo?

Levanto la mirada hacía mi amiga, ella me da esa mirada suya que me sentencia a muerte si no pretendo apurarme. Por lo cual, ingreso a la bandeja y doy clic al correo entrante. La dirección Gmail empleada está ahí, junto a mi asunto y la respuesta. Sonrío aún más ansiosa, recorro con la mirada cada una de las palabras, y cuando al fin llego al final, mi sonrisa se esfuma ante la respuesta.

—¿Y? Dime algo Des, ¿Qué te respondió?

Bajo mucho más el correo, sintiendo que esto es una broma.

—¡Des!

—No —respondo. Levanto la mirada, derrotada— me ha rechazado, Lore. Me ha escrito que no.

Muestro la pantalla a mi amiga, y ahí, donde se encuentra un correo proveniente del muy famoso Henry Lawrence, se lee un muy irritante y único <no>.

—Ha sido directo —intenta bromear, pero la miro con recelo—. Que jodido, Des.

Doy largas bocanadas de aire, buscando en ese acto un poco de tranquilidad. Me decepciona un poco el hecho de no haber sido aceptada para lo que sería la entrevista de mi vida, después de todo, decenas de revistas han intentado dar con el misterioso Henry Lawrence y mi jefe daría lo que fuera por obtener toda una columna con el nombre de ese jugador como encabezado.

—Haremos lo que esté a nuestro alcance, Destiny. Ya verás que tendrás muchas más entrevistas con personas más importantes.

Lorraine camina hasta mi lugar y me envuelve entre sus brazos, acariciando mi cabello con sus manos.

—La entrevista de mi vida, así lo sentí —susurro.

Mi oportunidad de ascender.

Limpio unas cuantas lágrimas de mi rostro, y me levanto de la silla para de una buena vez deshacerme de todo mi desastre.

—Aunque...—me detengo de recoger una caja ante la voz de mi amiga— siempre puedes ir y pedirle la entrevista en persona, ya sabes... investigar donde se encontrará ahora que han acabado las ligas de béisbol, y aparecerte ahí ofreciéndole por segunda vez una entrevista, quizás en persona te acepte.

Trago en seco, procesando sus palabras.

—¿Seguirle el rastro? —inquiero.

Lorraine asiente, sonriente. Muerdo mi labio inferior, señal de lo arriesgado que se escucha hacer todo eso, bien puede rechazarme en persona con otro único y rotundo no. Pero de igual manera puede acceder y hacerme ganar un ascenso en esta revista. Muevo unas cuantas cajas más, Lore se despide de mí, y horas después lo acepto.

Debo ir por Henry Lawrence.




Hasta el Final #1 ✅Where stories live. Discover now