VII: Acepto

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Al día siguiente desperté porque de seguro mamá ordenaba algo que hacía el ruido suficiente como sacarme de ese sueño profundo. Abrí los ojos de a poco, no quería sentir la luz en mi rostro, siempre me molestó eso.

Me levanté con desgano, mi boca estaba seca y me había quedado dormida con el hoodie de Frank que aún mantenía su olor, lo aspiré fuerte  y me sentí un poco rara haciendo eso.

No me molestaban los días sábados, pero si me producían cierta sensación de vacío. No tenía mucho que hacer durante el día, sabía bien que no conocía mucha gente aparte de Mikey...y Frank con quién había pasado la noche anterior fumando marihuana en su casa. Pero aparte de ellos no tenía una amiga o donde ir cuando el aburrimiento se volvía insoportable.

Una nueva reunión en el grupo de apoyo me esperaba a las cinco de la tarde, le podría pedir el auto a mamá, pero decidí tomar la vieja bicicleta que había encontrado en el garage. No llovía, sólo hacía un poco de frío con un fuerte viento otoñal.

Al llegar allá me sentía hipócrita entre tanto adicto que confesaba cuanto tiempo llevaba limpio, aunque yo no era ninguna drogadicta, jamás había probado una droga dura y me consolaba pensando que la marihuana que había consumido la noche anterior era medicinal y se había obtenido de forma legal.

A las nueve ya terminaba la última reunión, aburrida bostezaba camino a buscar mi bicicleta y marcharme de ahí, cuando una conocida voz gritaba mi nombre de lejos, era Gerard. Había olvidado que él también frecuentaba ese lugar.

- Hola – lo saludé flojamente

- Hola, Mikey me ha contado que necesitas trabajo – fue tan directo como pudo, no tuvo preámbulo alguno – deberíamos conversarlo si es que te parece, aunque no creo que estés en posición de negarte - ¿por qué era tan pedante? Rasqué mi sien intentando no alterarme.

- No lo sé, debo irme antes de que llueva – apresuré mi paso a la salida

- Te llevo a casa, no tengo ningún problema en hacerlo

- Gracias pero ando en bicicleta – murmuré mientras me acercaba al cúmulo de bicicletas que estaba en la entrada, dejando mi bolso en el pequeño canastillo que tenía bajo el manubrio

Me miró confundido, tal vez pensó que bromeaba – serán tres días a la semana, horarios flexibles – continuó mientras quitaba el seguro de la bicicleta.

- No lo sé – suspiré

- Piénsalo, no tienes que decidirlo ahora.

- Es que no sabes lo que hago, tú estudiaste en la Facultad de Artes, ahí cada uno elige lo que quiere hacer, algunos optan por esculturas, otros por retratos realistas, caricaturas, diferentes cosas – Él sabía que tenía razón por su mirada que aprobaba cada palabra de salía de mi boca

- ¿Y qué haces tú? – encendió un cigarrillo fumando profundamente

- Retratos es lo que me gusta, solía hacer proyectos de murales también. Por lo que vi en tu oficina lo tuyo es algo más como caricatura, me gusta pero no va conmigo - sacudí mi cabeza en negación, de seguro ya tenía claro que no aceptaría su propuesta

- ¿Qué sabes de arte digital? – fumaba nerviosamente, como si el mundo fuese a terminar en ese momento, yo esquivaba el humo que él emanaba

- Lo suficiente – me encogí de hombros

- Es todo lo que necesito, es diseño, no es la gran cosa, no espero que pintes la capilla Sixtina – tiró su cigarrillo y me subí a la bicicleta para irme.

La despedida fue corta, no tenía nada más que decir, no había aceptado y aún podría pensarlo, si era tan fácil como él decía y con horarios flexibles me ayudaría a no tener problemas con el horario del hogar de retiro.

𝐘𝐎𝐔𝐍𝐆 𝐀𝐍𝐃 𝐃𝐎𝐎𝐌𝐄𝐃Where stories live. Discover now