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—LOS ENCONTRÉ JUS–TO AHÍ—tartamudeó sin poder evitarlo, ocultando su rostro entre sus manos dejando las lágrimas rodar y caer por sus mejillas—. Estaban en la cama, des–desnudos y abrazados. Dime, Harry, ¿Acaso me lo merecía? ¿No lo amé lo suficiente? ¿Me terminan engañando porque no hago lo suficiente?
—Dios, Megan —la abraza poniendo el mentón en su cabeza, la ira e impotencia aflorando. No podía creer que un ser tan bello, delicado y puro como ella creía que se lo tenía merecido—. Nunca digas eso, tú te mereces todo el jodido universo. Tú das todo de ti. Ese bastardo deseará no haberte lastimado.
Megan se esconde entre las sábanas y el enorme suéter de Harry, buscando consuelo entre sus brazos y ocasionales besos.
—Por favor, dime que tú jamás me engañarías —recostó la cabeza en su hombro obligándolo a bajar la mirada para poder verla a los ojos—. No lo soportaría una vez más. Jamás lo vi venir de Cassandra, menos de Grizz. Y no lo quiero ver venir de ti. Solo prométeme jamás mentirme, o hacer algo que me lastimará.
—Rompería mi corazón antes de lastimarte, nena —limpia con su pulgar todo rastro de lágrimas—. No dejaré que te vuelva a poner ni un dedo encima. Ni te dirija una sola palabra. Además, eres Megan Scott, puedes ser una maldita perra cuando te lo propones y arrasar con todo.
—Estoy segura de que por esto te amo —hizo un amago de risa desapareciendo al sonar su celular—. Es Will —frunce el ceño al notar los mensajes sin leer y sus llamadas perdidas. También las de Gordie y Bean—. Debería contestar.
—Creo que pueden esperar —la detiene cogiendo su aparato, rechazando la llamada—. Por una vez, deja de tratar de ayudar a todos y deja que resuelvan sus problemas. Céntrate en ti.
Sus ojos viajan a los de Harry, dispuesta a aceptar e ignorar a los demás. Pero Will vuelve a insistir y Megan esta vez contesta sin rodeos. —Soy demasiado débil para eso —le murmura antes de dirigir su voz a Will—. Will, ¿Qué sucede?
—Lo siento, Megan —dice primero—. Sé que hace unas horas te encontrabas mal, y no te llamaría de no ser necesario, pero necesitamos a alguien con conocimientos médicos.
—¿Por qué dices eso? —exclamó asustada, levantándose de la cama alarmando al castaño. Le hizo una seña para empezar a vestirse—. ¿Qué ha pasado?
—Parece que hubo una intoxicación —tartamudeó sin saber qué más agregar—. Estamos en el hospital y... Megan, esto está mal.
