𝐑𝐔𝐍 ៹ 𝗍𝗁𝖾 𝗌𝗈𝖼𝗂𝖾𝗍𝗒.

❛ 𝗶𝗶. 𝗇𝗈𝗍 𝗋𝖾𝖺𝖽𝗒 𝗍𝗈 𝖻𝖾 𝗁𝖺𝗍𝖾𝖽.

❛ 𓄼 CAPÍTULO DOS 𓄹 ៹

          DURANTE EL CAMINO AL HOGAR DE HARRY, decidimos tomar una desviación de los planes. Él aparcó el auto, bajo mis indicaciones y después de acceder a mi idea, en el estacionamiento del supermercado, y notando que éramos los primeros en pensar aquello corrimos dentro.

—¡Harry, puedes tomar tanto alcohol desees, pero no olvides la comida! —le grito al verlo a punto de perderse entre los pasillo.

—¡A las órdenes, capitana! —bromeó, soltando una risa y haciendo una seña, acatando la orden, provocando que rodara los ojos divertida.

No tuve dudas y tampoco demoré mucho, tirando variedad de comida como la enlatada y otra tanta que nos pudiera servir, además de frituras. Más que nada y sin poder evitarlo, chocolates Hershey's. Cuando estábamos de salida, con un carrito a medio llenar cada uno, encontramos a los demás adolescentes corriendo hacia nuestra dirección.

Subimos los productos al auto, y nadie trató de quitarnos o robarnos ni la mínima cosa, porque indudablemente sería menos embrollo agarrar del supermercado que tratar de robarnos.

Harry y yo nos separamos al terminar aquello, dejando él su auto a mi cargo —siendo la única de su completa confianza para conducir su bien más preciado— entrando a su vivienda después de guardar sus víveres en la cajuela, mientras que yo conducía a la mía para resguardar la comida.

No había nadie en la calle o asomándose por las ventanas, así que entré entre tropezones a la casa con dos paquetes a la vez, tomándome seis vueltas. Por último decidí que regresar donde Harry no estaría mal, y cuando llegué, me topé con Kelly de salida, marchándose molesta.

—¿Qué hacía Kelly aquí? —pregunto confundida, al creer que seguía furiosa con Harry por toquetear a una chica, o que lo había dejado esa noche por fin.

Y si yo estuviera en el lugar de ella, expresaría una reacción más desequilibrada —ya lo había comprobado en mi relación pasada—. Pero no lo estaba, y de todas formas, ellos eran mucho mejor como amigos que como novios.

—Traté de que se quedara —Harry se frustra restregando sus manos contra el rostro—. Pero la he jodido —toma una barra de oro del escritorio, meneándola en el aire.

—Harry, ¿Si sabes que aquí, sea dónde sea, el dinero no nos sirve? Nadie nos detuvo para pagar los alimentos, y nadie lo hará.

El silencio nos rodeó, el castaño estuvo unos minutos con sus ojos puestos en mí antes de hablar, totalmente afectado, pero sin un pizca de duda en su lengua.