—No puedo, lo siento.— Quitó su mano de ahí y salió rápidamente, dejando a la pelos sola y desnuda.

—¡Pepe, Pepe no te vayas por favor, no me dejes así!.— Le gritó la chica.

Siempre era igual, pero esta vez, la pelos había llegado demasiado lejos.

En otro lado...

Doña Evangelina y sus sobrinos estaban en la notaría.
Su esposo acababa de fallecer y ahora mismo se llevaban acabo la lectura del testamento.

Evangelina guardaba muchos secretos y lo único que le importaba, era el dinero.
Se había vuelto tan fría y a la vez, era parte del grupo "Hermanas Cristianas". En apariencia, ayudaban al prójimo. Pero esto, solamente le servía para hacer más grande su fortuna y de paso, contar los mejores chismes frente a sus hipócritas amigas.

—Me voy a volver más vieja sí no abre ese maldito sobre. — Reclamó la señora.

—Ya tía, no te mal viajes.— Dijo Brandon. Él era su sobrino favorito, y además, también era bastante guapo y atractivo. Obedecía a su tía en todo, incluso aunque no estuviera de acuerdo.

—Relajate mil tía, no te vaya a dar algo y que oso.— Dijo Martina. Su hermosa y linda sobrina, con el mismo carácter que su hermano.

—Si me permiten, voy a continuar.— Dijo el licenciado. — " Yo, Don Vicente de Saavedra, en pleno uso de mis facultades mentales, hago entrega de mis bienes y dejo a cada miembro de mi familia, lo que le corresponde.
A mi querida sobrina Martina, le dejo la cantidad de 500 dólares para que los use cómo le venga en gana.
A mi apreciado y despreocupado sobrino Brandon, le dejo la misma cantidad que a su hermana. Estoy seguro que lo derrocharán tan pronto cómo llegue a sus manos.

—¡¿Qué oso con el ruco de mi tío?! Dejarnos 500 miserables dólares... Puto anciano ¿Cree que trago aire o que pedo?.— Se exaltó Brandon.

—Hijo, deja de hacer desfiguros. Estás haciendo el oso, cómo dices tu.— Le reprendió su tía.

—¿Puedo continuar?.— Preguntó el licenciado.

—Siga, siga.

—"Y por último, a mi querida y ambiciosa esposa, le dejo la cantidad de 100 dólares. Es tan astuta, que sabrá como usarlos.

—¡¿Qué?!. — Gritó la mujer al oír la cantidad de su herencia.

—Zaz culebra.— Se burló Brandon.

—¡Cierra la boca mequetrefe!. — Le gritó su tía.— Licenciado de quinta, estoy segura que esto es obra suya y sepa que va a pagar muy caro el burlarse de mi. Dios está conmigo y me protege, y en nombre de Dios, proclamo que usted se va a arrepentir.— Amenazó la señora.

—El testamento lo escribió su esposo, de puño y letra. Yo no hice ninguna modificación.— Sonrió el licenciado burlonamente.— Él fue quién modificó, porque dijo que había descubierto algo perverso.— Se acercó el licenciado a la señora y casi le susurró al oído, haciendo que la mujer se estremeciera.

—No sé de que habla. Mi esposo ya estaba senil. Veía fantasmas y seguro no sabía lo que decía. De todos modos, voy a invalidar el maldito testamento. Pelele desgraciado.

—No puede. Tiene la firma legal de su esposo y todo está en orden. La invalidación solamente la hará gasta dinero que ahora ya no tiene. Por cierto, en la ultima cláusula, dice que tienen una semana para desalojar la mansión. Será puesta en venta junto a todas las propiedades y las acciones de la empresa. — Remató el licenciado.

—¿Lo está disfrutando verdad maldito enfermo?. — Cuestionó colérica doña Evangelina.

—Mentiría sí dijera que no.— Sonrió el hombre.

—No será la ultima vez que nos veamos. Usted va a pagar por burlarse de mi.
Dios lo va a castigar con el fuego eterno.— Amenazó la mujer.

—Tiene razón, quizás no sea la ultima vez que nos veamos. Vengo sospechando que su marido fue asesinado y el sospechoso está entre ustedes tres.— Señaló el hombre.

*Flashback*

Doña Evangelina desayunaba con su marido. Don Vicente esperaba el desayuno, pero parecía molesto.

Mientras su mujer endulzaba el jugo de naranja. Discretamente sacaba un gotero y vertía el contenido en el jugo.

—Deja la hipocresía a un lado Evangelina. El detective que contraté, ya me dijo quién eres en realidad. No puedo creer que después de 25 años, apenas me venga a dar cuenta que te casaste conmigo... ¡Por mi dinero!. — Se exaltó el señor.

—Eso no es verdad cariño. Te juro por mi madre que no. Yo en verdad te amo.— Doña Evangelina puso la charola del desayuno frente a su marido.— Siempre me he preocupado por ti, por la familia.

—Ahora entiendo porque nunca me quisiste dar hijos. Siempre poniendo pretextos.— El hombre tomó el vaso de jugo y le dio un sorbo grande.— ¿Dónde está la servidumbre?. — Preguntó el hombre.

—Les di el día. — Sonrió la mujer.

—¿Por qué?.

—Porque quería pasar la mañana contigo. — Soltó burlona.

—No te creo nada, no creo en nada de lo que salga de tu boca... ¡Aghh!.— Don Vicente se llevó la mano al corazón, al parecer, le estaba dando un infarto. — ¡Llama... Llama al médico!.

—No, no voy a llamar a nadie, maldito viejo repugnante.— Sonrió doña Evangelina.

—¿Qué... Qué me... Hiciste?.— Preguntó el hombre a punto de desfallecer.

—Le puse veneno a tu jugo. Y antes de que te mueras, dejame decirte, que el investigador privado, tenía razón. Solamente me casé contigo por dinero y también, es cierto que yo asesiné a tu hermano, para que toda la herencia de tu familia pasara a nuestras manos. Hubieras visto la cara del cretino de tu hermano, suplicando "No me asesines por favor". — Se burló la mujer.

—¡Maldita!.— Gritó el hombre, antes de caer al suelo completamente muerto.

—Maldito tu, viejo asqueroso. Qué Dios mi señor todopoderoso, te refunda en las llamas del infierno junto a satanás y el leviatán.

*Fin del flashback*

—¡Qué horror! ¿Yo, matar a mi tío? Súper no.— Se horrorizó Martina.

—Vámonos niños, tenemos muchas cosas que hacer.— Sentenció doña Evangelina mirando con rencor al licenciado.

—Qué tenga buen día "señora". — Dijo el licenciado, remarcando esta última palabra.

Doña Evangelina tomó su bolsa y salió sin responder, en compañía de sus sobrinos.

La vida de todos ellos, estaba por mezclarse, y el resultado no es nada bueno.

Continuará...

DELÍRIUMTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang