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Sexto mes de embarazo...

La habitación de los bebes ya estaba lista, un lado de colores cálidos para la niña y otro de colores más fríos para el niño. La decoradora habia hecho un buen trabajo, desde los muebles blancos hasta las alfombras.

Josephine miraba todo admirada, solo faltaban pocos meses para la llegada de sus bebes, unos meses más y podría sentir sus tiernas manitos y piecitos. Ella ya los sentía moverse para encontras una posición. Se podía decir también que las pocas náuseas que había tenido se han esfumado, agradece al cielo que sea así, lo que si es que sus pies hinchados y la espalda le estaban matando, por ello Hero le había dicho que lo más recomendable era ya no asistir a la universidad hasta que los pies se le hinchen menos. Obviamente la rubia no aceptó, había luchado tanto para poder estudiar que el no se lo iba a arrebatar, así que la única opción que él le dio fue tomar las clases por internet, cosa que ella aceptó.

Ahora mismo ella se encontraba en su hora de yoga, queria relajar su espalda, los bebés la estaban matando. Además la ginecóloga le dijo que por ser primeriza y de mellizos su parto podria adelantarse y Jo no queria eso. Queria retener lo mas posible a sus hijos.

Hero cada vez se portaba más raro y las visitas de Sofía eran mas recurrentes, ella sospechaba que, ahora que la morena estaba de nuevo en su vida él no le dejaría ni siquiera pasar el mes con sus bebes. Pero Jo no iba a dejar que esa mujer sea la madre de sus hijos.

— ¿Sigues con esa tontería? —preguntó Hero entrando a su habitación, mientras se aflojaba la corbata.

— No es una tontería. — replicó ella. El siempre tenía esos tipos de comentarios hacía ella. — Que milagro que vienes a estas horas. ¿Ya no tienes trabajo? —preguntó.

— Tengo algunas cosas que hacer aquí. Te espero abajo para cenar. —la rubia ni lo vio cuando se fue.

Cuando Josephine entro al comedor las ayudantes de cocina le sirvieron la cena y se fueron.

— ¿Qué tal tu día? —preguntó la rubia tratando de sacar tema de conversación.

— Bien, todo normal en el trabajo. —ella hizo una mueca.

— ¿Que tal está Sofia? —preguntó Jo.

— Bien, supongo, hoy no fue a la oficina.

Si le preguntaran a la rubia cual era la conversación mas incomoda o corta que ha tenido, definitivamente sería esta.

La cena transcurrió sin ningún inconveniente, la rubia ya no quería entablar conversación con él.


Días atrás, saliendo de la cita con la ginecóloga habían visto a una mujer dirigiéndose hacia ellos. Hero rápidamente la tomo del brazo y la hizo avanzar rápido. Caminaron directo a una cafetería que estaba cerca.

— ¿Que pasó? —preguntó Josephine una vez que estuvieron sentados en las sillas de una de las tantas mesas del local.

— Esa señora, si la vez en otro sitio alejate de ella ¿okey? —dijo él mientras miraba sus manos nerviosamente.

— ¿Pero quién es ella? ¿es peligrosa? —pregunto Jo confundida. Una de las chicas que atendía fue a tomarles la orde. Ambos pidieron chocolate caliente y panecillos.

— Tiene fama de abandonar niños. —dijo Hero dolido. Todavía recordaba el rostro de aquella mujer que lo parió, el cabello castaño en las raíces y rubio de la mitad a las puntas, debido a que no había tenido dinero para pintarse de nuevo el cabello. Tambien recordaba los pómulos resultantes debido a la poca comida que había para el diario.

Jo asintió entendiendo todo. Aquella mujer era la madre de Hero.

— Mmh... Ahí viene el chocolate. —dijo Jo cuando vio a la señorita con una bandeja donde estaban sus chocolates y sus panecillos.

— ¿Como te has últimamente? No he estado mucho en casa. —dijo Hero comiendo un poco de su panecillo.

— Bueno, las casi inexistentes náuseas que tenía se han ido, mi ropa ya no me entra ni por asomo. —le dió un trago al chocolate. — Y ya me duelen los pies. —terminó de decir Jo.

— No te vayas a molestar ¿si? Pero creo que es hora que dejes de asistir a clases. Puedes tomar las clases via internet. —sugirió Hero.

— Déjame pensarlo. —dijo Jo. Amaba ir a sus clases, pero en estos momentos sus pies se hinchan y duelen a mas no poder.

La cena incómoda había pasado hace unas horas. Jo se alistaba para dormir mientras Hero ya lo hacia en el sofá-cama. La rubia ya estaba en pijama, estaba por quedarse dormida cuando sintió un peso a su lado. Hero.

— Shh... —dijo él somnoliento, cuando sintió que se iba voltear. — Duerme. —posó una mano en su vientre abultado.

La rubia cerró los ojos y se durmio.

***

A la mañana siguiente cuando Jo abrió los ojos Hero no estaba a su lado, había un hueco frío a su costado. Se ató una bata, que estaba colgada en la cabecera de su cama para cuando tenga frío, y bajó las escaleras para ir al comedor.

Para la sorpresa de Jo, no solo estaba Hero sentado en el comedor, también había otro señor, el cual noto cuando ella entró. El señor habia entrado como en un trance, se había quedado mirando a Jo, o mejor dicho a su vientre. La rubia puso sus manos sobre este.

— Jo, querida, ven a sentarte, ya te sirvo el desayuno. —le dijo Celia apareciendo.

— Gracias, ahorita regreso. Voy al baño enseguida y vuelvo.

Jo subio rápidamente las escaleras y se dirigió a su habitación, tomo ropa y fue al baño a ducharse. Una vez aseada y cambiada bajo de nuevo hacia el comedor, donde su desayuno ya esperaba listo.

Se sentó al lado de Hero, ya que este no estaba en sitio habitual, el señor estaba a la cabecera de la mesa. El desayuno estaba transcurriendo tranquilo, no interrupciones ni gritos o peleas. Pero una vez que acabo todo fue diferente.

— Jo, te presentó a mi papá. —le dijo Hero a la rubia una vez Celia recogió los platos.

Josephine no aguantó y se levantó rápidamente con dirección al baño. Y el día apenas comenzaba.

Alquiler| HerophineWhere stories live. Discover now