48: Coney Island

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El sonido de la puerta cerrándose lo despertó, abrió sus ojos

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El sonido de la puerta cerrándose lo despertó, abrió sus ojos.

—Arriba. —Emma lo animó con una sonrisa, traía consigo una bandeja de comida.

El día inició a las patadas porque lo primero que vio al despertar fue comida. Dios, no. El día inició de maravillas porque lo primero que vio al despertar fue a ella con un pequeño vestido floreado y una sonrisa capaz de iluminar cada parte de su oscuridad interior, aunque sea por un minuto. Miró la hora en el reloj de la recámara, era más de la una, tenía sentido el contenido de la bandeja con patas, que ella puso sobre él.

—Salmón y espárragos. No cociné para ti —se sentó en el borde de la cama, al lado de él—. Me hubiese gustado hacerlo. Ayer aprendí de memoria una receta facilísima de salsa de espaguetis, pero pensé que ahora mismo necesitas comer algo liviano, y no sé preparar salmón, lo hizo la mucama, pero yo la miré.

—¿Tú no comerás? —miró el salmón decorado con hojitas de vegetales verdes.

—Comí pasta hace rato —se puso de pie y le enseñó una mochila negra que tomó del escritorio—. O tu portero es un pesado o estoy demasiado acostumbrada a Archie. Tu ático estaba vacío. Te traje ropa y todo lo que necesitas para asearte —dejó la mochila al costado de él, sentándose de nuevo en el borde.

Colin abrió un bolsillo para comprobar que ahí estaba su caja de cigarrillos, pero no la sacó, solo la palpó, sin embargo, Emma la notó, y sus ojos se abrieron como los de una niña sorprendida al descubrir la manera tan absurda en la que algunos adultos se suicidan lentamente. No sabía qué decirle, pero sintió que debía abrir su boca con algo que le hiciera darse cuenta de que no necesitaba fumar. Lo agarró de la mano que estaba cerrando el bolsillo y le sonrió como si no acabara de ver nada.

—Tendremos un día hermoso como tu carita.

—Claro —sonó como obligado a seguirle.

—Pero primero a comer —clavó un espárrago con el tenedor y lo colocó frente a la cara de Colin—. Mmm. Se ven deliciosos, por encima de cualquier espárrago que hayas comido en el pasado. Pruébalo.

Colin le quitó el tenedor. No le gustaba lo que estaba pasando. Ella tratando de darle de comer le hacía sentir un verdadero enfermo. Emma sintió esa sacudida, una llamada de atención cuando le quitó el tenedor, parecía que él acababa de llamarla molesta, pero se forzó para seguir sonriendo, incluso se inclinó a darle un beso en la frente.

—El salmón está bien —comentó en cierto momento.

—Qué bien —sonrió. Ahora se levantó a ordenar un bolso donde estaba empacando maquillaje.

Comió hasta la mitad del salmón, pero acabó con los espárragos. Entró a bañarse mientras Emma ordenaba su equipaje para el miércoles. En el baño, se sintió irritado por todo, hasta por la manera en la que caída el agua en la ducha de Emma. Se lavó el cabello, tardó a propósito, no quería ir a Coney Island, quería encerrarse en su puta amargura, imaginar las caras felices en el parque de atracción le provocó odio. ¿Por qué él no podía ser feliz también? Feliz como un niño con un padre que no lo encierra en una recámara mientras se folla a su secretaria. Era uno de los recuerdos que tenía, ni siquiera su infancia había sido feliz. Entre paréntesis, había tenido momentos maravillosos en su infancia, con sus abuelos, con su madre, con su padre cuando fingía frente a su madre, pero ahora mismo no recordaba ninguno por la naturaleza de su pesimismo. Todo era negro, ni siquiera gris. Salió del baño con la toalla alrededor de su cadera y abrió su mochila, que estaba a los pies de la cama, entonces, Emma se echó de golpe sobre la cama, boca arriba, cerca de la mochila, ahora estaba usando un mom jeans con un sostén beige.

El Novio De Emma© #2Where stories live. Discover now