25: Amigos

13.4K 1.3K 866
                                    

Emma despertó tarde

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Emma despertó tarde.

Que siempre despierta tarde, sí. Pero esa tarde se sobresaltó en su cama cuando su padre golpeó la puerta al ritmo de un imaginario tambor a las 3:00 p.m. exactamente, anunciando que Bruno estaba esperándola.

Emma rechinó sus dientes al recordar la cita con la diseñadora de modas. Le entró ganas de llorar de rabia, pues quería seguir acostada, compitiendo contra los perezosos. Tambaleó cuando pisó la alfombra con sus pies descalzos, estaba adolorida, ese enterizo no fue el atuendo más idóneo para dormir, sintió gran alivio cuando bajó la cremallera. Tenía la cara hecha una obra de arte melancólica, el llanto, más, su manera desparramada de dormir contra la almohada, hicieron de ese maquillaje una obra digna de cualquier museo. Tocó su panza frente al espejo del baño, había comido demasiado. Ahora la rabia subió hasta su cabeza, pero bajó en forma de llanto. ¿Raro? Ni tanto. Cubrió su rostro con sus manos. Se llamó vaca, era una vaca.

Tomó de la mesada un labial rojo, y se impulsó hacia delante, poniéndose de puntillas para garabatear en el espejo con rabia; lo pintó de un lado a otro, con furia, furia hacia sí misma, hasta que el labial se rompió, lanzó el resto contra el espejo, y se inclinó, colocando sus brazos sobre el lavabo, tapándose la cara con ellos. Tenía una cita con una diseñadora de modas, quien debía tomarle las medidas, esa situación le había secuestrado la cordura y su autoestima no podía pagar lo que el secuestrador pedía.

Eligió un capri de mezclilla con una blusa amarilla. Iban a llegar tarde por su culpa. Llamaron a la puerta para apurarla, pero lo hizo a su ritmo, no le importó, porque ni siquiera tenía fuerzas para poner sus zapatos.

Bruno sonrió con emoción cuando Emma apareció en la sala. No le importaba llegar tarde ni perder la cita, lo único más importante era pasar tiempo con ella. Vanessa iba a matarlo si perdían la cita. Era domingo, el único día libre en el que tal diseñadora accedió a atenderlos, y únicamente por la insistencia de la novia. Emma lo saludó, agitando una mano, sin dejar de caminar hacia el ascensor. Hubiese sido más expresiva, hubiese hablado, pero cargaba consigo una crisis mental, además, luego del comentario de Bruno hacia el físico de Colin, absolutamente todo cambió. Era rabia, era enojo, era rencor. Lo disimulaba, pero, el domingo anterior, luego de que Colin abandonara el ático, con una paliza en su autoestima, Emma pronunció en su mente que, para ella, nada volvería a ser lo mismo con Bruno, quedó con mal sabor, y no se le quitaba más.

—¡Florecita, ten algo para comer en el camino! —gritó Jake desde la cocina.

Pero Emma fingió no haberlo escucharlo, presionó un botón para cerrar la compuerta. Se paró en el fondo del ascensor, construyendo una barrera imaginaria entre ella y Bruno, que el segundo no percibió, no cabía en su mente imaginar que Emma estaba ahí por pura obligación. No es que Emma no quisiera ser dama de honor, ser dama de honor de Vanessa era precisamente un honor, el problema se hallaba en todo lo que englobaba serlo. Las brasileñas tienen un cuerpo espectacular, y Emma era la única dama de honor que no nació en Brasil, ni tenía los mejores genes, iba a ser un contraste patético.

El Novio De Emma© #2Where stories live. Discover now