36: La despedida de soltera

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—A mí me gustan los dos, pero ¿no deberías elegir los que te hagan sentir más cómoda? Piensa que vas a usarlos toda la noche

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—A mí me gustan los dos, pero ¿no deberías elegir los que te hagan sentir más cómoda? Piensa que vas a usarlos toda la noche. —Colin le habló a la cámara mientras masticaba el cereal con leche que estaba comiendo frente al escritorio de su recámara. Estaba usando nada más que calzoncillos largos. Al lado del tazón blanco, tenía un libro abierto de filosofía contemporánea. Hasta ahora, ése era su plan del sábado por la noche. No le entusiasmaba la idea de salir a un bar con sus amigos, pero tampoco descartaba la posibilidad de hacerlo más tarde.

—Usaré estos. —Emma levantó unos tacones altos y negros frente a la cámara. Estaba dentro de su guardarropa, preparándose para la despedida de soltera. Y su teléfono se encontraba recostado encima del tocador—. No quiero verme tan baja en las inevitables fotos. Dios —se tomó de la frente—. No me había detenido a pensar en las fotos hasta ahora. Y mañana, mierda, mañana será el día oficial de las fotos. Voy a sedarme —bajó sus manos de sopetón y torció sus labios, pensándolo mejor.

—No. Estarás bien. La novia no debió haber elegido a mi nena como su dama de honor, la opacará —miró la hora en su pantalla—. Dios, Emma. Te retrasaste un montón, corazón.

—¿Qué? —sintió una sacudida al escucharlo. Se acercó a mirar la hora. Efectivamente, estaba al borde de no estar preparada para cuando Vanessa la buscara en una limusina Hummer. Comenzó a sacudir sus manos con desesperación y a actuar un lloriqueo—. Es que en todo este tiempo evité mirar el vestido que mi tía eligió para todas. Obviamente lo eligió de acuerdo a su perfecta figura. Nada que le quede bien a ella me puede quedar bien a mí. Dios.

—Debiste mirarlo hace rato, Emma. No asumas que te quedará mal. Búscalo —la animó. Había presentido que en cualquier momento Emma chocaría contra su inseguridad. No había hablado de sus miedos desde que inició la videollamada hace cuarenta minutos, en cualquier momento iban a salir a la luz.

Emma se alejó del celular para recoger una bolsa de papel marrón que estaba encima del sofá. Llenó sus pulmones y exhaló. Gracias, ejercicio de respiración. Ahora se sentía una boba dramática. Metió una mano dentro de la bolsa y sintió la tela de satén, supo que estaba frente a su pesadilla hecha vestido.

—¡Es apretado! —masculló al techo.

Colin arrugó su nariz. Emma odiaba la idea de usar vestidos apretados. Ni siquiera sabía qué decir para consolarla o animarla. Aunque debieron haberlo anticipado. Era una condenada despedida de soltera. ¿Qué otro vestido hubiese elegido la novia ex supermodelo?

—No puede ser tan malo.

Emma se acercó para enseñarle el vestido rojo, tenía dos tirantes finos. Colin se limitó a observar en silencio cómo Emma verificaba la talla, luego lo extendió frente a ella para inspeccionarlo mejor. Odiaba imaginárselo puesto, sonriendo frente a una maldita cámara en un bar. Tenía dos opciones: ponérselo e ir a sonreír incómoda o fingir que enfermó, pero mañana verse espléndida de salud. Fue a buscar una braga sin costuras. 

El Novio De Emma© #2Where stories live. Discover now