Capítulo 45

1.5K 118 13
                                    

Los segundos ejercicios más aburridos de la vida comenzaron a ser parte de mi rutina diaria. Sí, el terapeuta dijo que podía comenzar a bailar y aunque siempre supe que sería muy distinto a lo que hacía antes, no me imaginaba que podía llegar a ser tan horrible, me sentía una inútil al recordar lo mucho que podía hacer hace solo un par de meses.

Es increíble cómo puede llegar a cambiarte la vida, a veces veía mis vídeos de antes y no podía evitar llorar por horas mientras los repetía una y otra vez y recordaba lo mucho que me enojaba cuando cometía un mínimo error en el escenario, por más pequeño que era me opacaba toda la noche y no lograba verle el lado positivo a las cosas; ahora daría lo que fuera por volver a cometer esos errores, a caerme antes en medio de un giro, a que mi pie se doblara accidentalmente por forzar tanto el empeine, eran pequeñas cosas que odiaba pero que deseaba que volvieran. Uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde, decían por ahí y estaba comenzando a pensar en que era cierto.

Un mes y medio después de comenzar los ejercicios de preparación para comenzar a bailar, el terapeuta decide que estoy lo suficientemente fuerte como para pisar un salón de clases y tener una clase completa.

—No quiero que te fuerces —dijo y puse los ojos en blanco—. Hablo en serio, te conozco y sé que querrás hacerlo todo el primer día pero si no quieres que retrocedamos todo lo que hemos avanzado, te controlarás y solo harás lo que te pida la profesora.

—Está bien.

—Claire, además de profesora de danza, es terapeuta física y conoce muy bien tu caso, sabe acerca de tus limitaciones pero claramente te conocerá más a lo largo de las clases.

—Así que será como comenzar de cero —solté un largo suspiro de resignación—. Como si nunca antes hubiese pisado un salón de danza.

—Lamentablemente sí.

—¿Y yo puedo unirme? —la pregunta de Sebastián me tomó desprevenida y giré la cabeza rápidamente hacia él sin comprender—. A la clase me refiero.

—¿Quieres mirar como hago el ridículo?

—No, quiero tomar las clases contigo. Si es como empezar de cero entonces es perfecto para mí que no tengo una mínima idea de todo eso y además, así podemos hacer el ridículo juntos, ¿no? Será más llevadero.

—¿Perdiste la cabeza?

—No, estoy muy cuerdo.

—Tú eres boxeador, no bailarín.

—¿Por qué no puedo ser las dos cosas? No digo que bailaré toda la vida, solo serán un par de clases y no creas que no sacaré provecho de ellas. Mike siempre nos amenaza con ponernos un par de horas de ballet durante los entrenamientos porque dice que así seríamos mucho más fuertes y con mejor equilibrio a la hora de salir al ring y aunque todos lo toman como una broma, yo creo que tiene razón.

—No tienes que hacer esto por mí.

—¿Puedo o no puedo tomar las clases con ella? —me ignoró y centró toda su atención en Vincent que nos miraba divertidos.

—Si ella no tiene problemas con eso, yo no tengo nada que decir.

—Genial, entonces, ¿qué opinas, princesa? —volvió a mirarme y estiró una mano hacia mí como si fuera un caballero antiguo cortejándome—. ¿Bailamos?

—Opino que eres un idiota —tiré de su mano hasta que su cara quedó a centímetros de la suya y sonreí—, pero el idiota más lindo que he conocido en la vida. Gracias por hacer esto.

Lo besé y él respondió de la misma forma hasta que escuchamos a Vincent aclarándose la garganta para recordarnos que no estamos solos. Pobre, lo habíamos olvidado por completo y estaba más colorado que un tómate. Lo pusimos en una situación bastante incomoda pero no me importa demasiado, en ese momento lo único importante para mí era ese chico que era capaz de cualquier cosa por mí, aunque eso significara usar mallas y tutú por un par de horas a la semana.

No me llames princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora