Capítulo 5

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—Entonces, princesa —comenzó a decir Sebastián cuando íbamos de camino a su casa, en su auto con chófer. No pude evitar poner los ojos en blanco, le habría dado un buen golpe pero no soy una persona violenta—, ¿siempre fuiste así de rebelde o es solo ahora?

—Es la quinta vez que me dices princesa —respondí molesta, Serena solo nos miraba en silencio. La situación parecía divertirle.

—Ya lo sé, estoy esperando eso de lo que tanto me arrepentiré, princesa.

—¡Agotas mi paciencia! —exclamé frustrada y el muy idiota solo me guiñó el ojo mientras se partía de la risa.

—Ya déjala en paz, Sebastián —intervino Serena—. Eres tan insoportable cuando te lo propones.

—Es de familia, hermanita. Por cierto, no has respondido mi pregunta.

—No creo que la rebeldía sea algo que llega de un día para otro.

—A Serena sí, no creerías lo tierna que era hace uno o dos años.

—Sebastián si no te callas, apenas lleguemos a casa te pondré cinta adhesiva en la boca o uno de los calcetines sucios del abuelo—amenazó su hermana cuando se le acabó la paciencia.

—Que amargadas son, ¿no crees, George?

—No me meta en eso, joven —rio el chófer sin quitar la vista del camino—. Disculpe, pero me asusta más la señorita Serena enojada.

No pudimos evitar soltar una carcajada ante el comentario y luego, el resto del camino fue bastante silencioso y largo, si creía que yo vivía lejos del colegio era porque no había ido nunca a la casa de ellos. Casi una hora nos demoramos, ya que también había bastante congestión vehicular.

Cuando nos bajamos vi la gigantesca casa, no me sorprendí mucho ya que me lo esperaba desde el momento en que vi al chófer aparecer y además, tenía claro que mi colegio estaban lleno de chicos de una clase acomodada, yo también pertenecía a eso.

—Dejemos las cosas en mi habitación y luego te enseñaré el resto de la casa —dice Serena y Sebastián desaparece por el pasillo, supongo que va a su habitación.

Subo las escaleras detrás de ella y la sigo por un largo pasillo hasta que llegamos a la última puerta. Su habitación era enorme, pero con iba para nada con su estilo oscuro; todo se veía muy elegante e iluminado, era hermosa.

—Podrás notar que todo es en colores claros, créeme que se me ha pasado por la cabeza la idea de pintarla negra y cambiar la decoración, pero cuando se lo mencioné a mamá casi le da un ataque. Y papá amenazó con desheredarme, así supongo que prefiero vivir en esta horrible pieza por un par de años. Ya cuando me vaya a vivir sola podré hacer lo que me dé la gana.

—A mí me parece muy linda, llena de vida.

—Gracias, pero no es necesario que me hagas sentir bien.

No dije nada más, yo lo decía de verdad, su habitación me parecía hermosa pero supongo que uno a esa edad nunca está conforme con lo que tiene. No estuvimos mucho rato ahí, después de unos minutos me llevó al que es el salón principal donde dijo que sería la fiesta; todo se veía tan perfecto que yo no podía imaginar cómo sus padres autorizaron que hicieran una fiesta, todas las personas eran conscientes de que las casas quedaban hechas un desastre al día siguiente.

—Mamá y papá no están, se fueron a uno de sus viajes al caribe por lo que no tendremos problemas —dijo como si me hubiese leído el pensamiento—. La fiesta fue idea de Pascual, mi hermano mayor, creo que es compañero de alguno de tus hermanos por lo que la fiesta será a lo grande, muchos invitados. Será genial.

—Genial.

No sabía qué más decir, la única fiesta a la que había ido en mi vida era a los quince de la hija de una amiga de mi mamá. Patético.

—Puedes quedarte a dormir aquí si quieres, algunas de las chicas se quedarán ya que como podrás darte cuenta vivo bastante lejos.

Eso encendió una luz en mi cabeza, habíamos demorado casi una hora en llegar y debía estar a la academia a las seis.

—¿Qué hora es?

—Las cinco, diez.

—¡Mierda! Tengo que irme.

—Pero si acabamos de llegar, ¿qué tienes que hacer?

—Tengo otra cita con el médico a las seis, no puedo llegar tarde.

—¿Otra? ¿Estás enferma o algo? —preguntó preocupada.

—No, solo me hice unos exámenes por rutina y hoy tienen los resultados.

—Le diré a George que te lleve.

—No es necesario, puedo tomar un taxi.

Luego de varios intentos por convencerla, lo logré y ella me fue a dejar a la puerta. Caminé un par de metros pero ningún maldito taxi pasaba, estaba resignada a llegar tarde y comencé a inventar alguna excusa ya que no se veía bien que el primer día llegara atrasada cuando un auto salió de la casa de los Eisenberg y se detuvo a mi lado con el vidrio abajo. El chico de cabello rubio y los ojos verdes igual a los de Serena y Sebastián, sonrió.

—Eres la nueva amiga de Serena, ¿no?

—Sí.

—Soy Pascual, su hermano. Parada ahí nunca conseguirás un taxi, ¿quieres que te lleve?

—No, gracias —no lo conocía, era de tomar decisiones estúpidas pero jamás me subiría al auto con un desconocido.

—¡Vamos! No te secuestraré ni nada por el estilo —soltó una carcajada—. Mi hermanito me mataría si te hiciera algo.

—¿Sebastián? —no pude evitar preguntar claramente sorprendida.

—Claro, digamos que lo flechaste completamente. Fue como amor a primera vista.

Me subí al auto solo para que no siguiera hablando porque esas últimas palabras habían provocado que mis mejillas se sonrojaran y no quería que notara que su comentario me afectó en algo. Le dije que iba al centro y por más que intentaba conversar conmigo durante el camino yo me limitaba a dar respuestas cortas, no me sentía para nada cómoda hablando con él, había algo que me hacía desconfiar y no sabía qué. Unos minutos antes había mencionado que debía estar en el centro a las seis lo que sirvió para que condujera a toda velocidad; tomé la nota mental de nunca jamás en la vida, bajo ninguna circunstancia volverme a subir a un auto conducido por él. Planeo por lo menos seguir estando viva hasta cumplir la mayoría de edad.

Unas cuadras antes de la academia le pedí que se detuviera y me bajé mientras le daba las gracias. Salí corriendo mientras todas las personas me miraban como si estuviera loca. Cuando al fin llegué, me di cuenta de que aún me quedaban diez minutos para prepararme; pasé al vestidor y noté las miradas en mí, era obvio que ni mi maquillaje ni mi pelo alborotado encajaban en un lugar así por lo que me apresuré a sacar de mi bolso la crema desmaquillante, no quería que ninguna de las profesoras me viera en mi faceta rebelde.

Unos minutos después, estaba perfectamente peinada, sin rastro de maquillaje oscuro, vestida con mi leotardo morado y mis puntas, lista para comenzar el que sería mi primer día aquí, lo único que me emocionaba de esa maldita ciudad.

Quiero invitarlos a unirse a mi grupo de lectores :3 https://www.facebook.com/groups/LectoresdeHopi/?_rdr  los espero :3

No me llames princesaWhere stories live. Discover now