Capítulo 34

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El colegio terminó. No sé cómo pasó pero al lanzar mi birrete al aire, supe que doce años de educación habían terminado para iniciar la que supuestamente sería la mejor etapa de nuestras vidas. Hacía varias semanas había llegado una carta del conservatorio Leblon a mi casa y no quise abrirlo en dos días, tenía miedo por lo que podía decir, tenía miedo de no ser aceptada después de todo el esfuerzo que puse en eso.

Al final, fue Sebastián el que me dijo que me lanzara a la piscina, que no fuera cobarde y que si no lo abría yo, lo haría él. Entonces, con las manos temblando y él sentado en la orilla de mi cama, esperando, comencé a desdoblar el sobre.

—«Estimada señorita Marina Alexandra Ross, bla bla bla... en nombre del conservatorio Leblon, nos complace anunciarle que su solicitud de beca en nuestra prestigiosa institución para cursar los estudios de danza profesional ha sido aceptada.» —mi voz se fue haciendo más aguda a medida que seguía leyendo y terminé gritando ante la mirada divertida de mi novio—. ¡Me aceptaron!

Me abalancé a sus brazos y me puse a llorar en ellos, la abuela habría estado muy orgullosa de mí. Sebastián me susurraba al oído que me lo merecía, que sería la mejor bailarina del mundo y fue entonces cuando me di cuenta de lo que todo eso significaba. Hasta ese momento, estaba la posibilidad de no ser aceptada, entonces nunca lo pensé demasiado pero ahora que oficialmente estaba dentro, era un hecho.

Leblon está a cuatro horas de aquí —susurré con un nudo enorme en la garganta, no quería separarme de él pero era mi sueño de toda la vida. ¿Por qué todo era tan difícil? Estábamos en lo mejor de nuestra relación, ¿por qué mierda no me enamoré de él, el primer año que llegué aquí? ¡Ah, sí, verdad! Porque era una estúpida.

—Bueno, entonces es una suerte que haya llegado esto hace un par de días —me enseñó un papel muy arrugado que tenía en el bolsillo y se lo quité de las manos para leerlo.

—¿Universidad de Billinghurst?

—Síp, y según mis cálculos, la escuela de negocios de Billinghurst queda a solo veinte minutos de Leblon. Corrígeme si me equivoco.

—¿Estaremos en la misma ciudad?

—Estaremos en la misma ciudad, princesa.

Me abalancé otra vez sobre él y repartí besos por toda su cara mientras su risa me parecía el sonido más bonito de la vida. Lo único que no me dejaba estar del todo feliz por haber sido aceptada era que estaría lejos de Sebastián pero ahora estaríamos juntos en el mismo lugar, no tendríamos que limitar nunca nuestra relación a un par de llamadas telefónicas y vernos un par de veces al mes, para luego cansarnos de eso y terminarlo todo. Ahora estaríamos juntos, viviríamos la mejor etapa de nuestra vida y crearíamos recuerdos nuevos que durarían toda la vida.

Mi repartida de besos, terminó claramente en sus labios y si mi casa no hubiese estado llena de gente como era de costumbre, no seríamos tan recatados. Cuando me separé de él y le di un leve golpe en el brazo.

—¿A qué vino eso? —preguntó con una ceja enarcada y una sonrisa radiante, estaba igual de feliz que yo.

—¿Por qué no me dijiste antes que ibas a solicitar un cupo ahí?

—Porque quería que fuera una sorpresa.

—¿Postulaste a otras universidades aquí, supongo?

—No, fue mi única opción. La verdad siempre ha sido una de mis opciones, mi padre estudió ahí.

—¿Y si no me hubiesen aceptado? ¿Te habrías ido solo a esa ciudad?

—Claro que no, siempre supe que te aceptarían. Ya te lo dije, no había otra opción posible.

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