Capítulo 27

1.8K 150 9
                                    

Sebastián baja primero con una agilidad impresionante, estuve tentada a preguntarle si acostumbraba a saltar por los tejados de las casas pero estaba demasiado nerviosa cuando llegó mi turno que ni siquiera lo recordé hasta horas después. Mi perfecto equilibrio que tanto alaba la señora Lourdes en clases de ballet parecía haberse ido de vacaciones porque estuve a punto de caer un par de veces hasta que terminé colgando del tejado del primer piso luego de resbalar, por primera vez en todos esos minutos me cuestioné lo que estaba haciendo, era una estupidez, podría lesionarme y no poder bailar nunca más.

Un estremecimiento me recorrió el cuerpo al pensar en eso y antes de que pudiera darme cuenta mis manos se soltaron y comencé a caer hacia el vacío. Estoy exagerando, la distancia del suelo no era demasiada y además, Sebastián me logró atrapar en el aire como si no pesara nada.

—¡Mi héroe! —bromeé pero me quedé abrazada uso minutos más a él, podría haberte roto un tobillo o algo peor.

—Siempre rescatando princesas en peligro.

—Así que tienes muchas princesas.

—No, hasta el momento eres la única.

—Deberíamos irnos para no llegar demasiado tarde —era patética intentando cambiar el tema pero él me deja tranquila con mi vergüenza y me abraza mientras comenzamos a caminar.

Llegamos hasta una de las avenidas principales y tomamos el primer taxi que pasó, por ser año nuevo no eran muchos los que trabajaban esa noche pero tuvimos bastante suerte. Aunque no quería admitirlo, tenía expectativas demasiado grandes para esa fiesta, en realidad, para esa noche completa. Estaría lejos de casa, en una fiesta a la que deseaba ir con toda mi alma y con la mejor compañía que pudiera pedir. ¿No es eso algo parecido a un momento perfecto? ¿A una vida perfecta? Por lo menos para una adolescente de dieciséis años.

La fiesta resultó ser un asco, había demasiada gente y no mucho espacio, la música podría haber estado mejor y no nos quisieron vender alcohol porque somos menores de edad. Lo único rescatable fueron los labios de Sebastián que no dejaban de buscar los míos, por momentos hasta olvidaba que la fiesta no fuera lo que pensábamos que sería. Sí debo a aclarar que la noche en general fue bastante buena.

—Siento haberte traído a esto —se disculpó cuando nos apartamos un poco de la multitud a un lugar donde no había tanto ruido—, pensé que estaría buena y no te habría hecho arriesgarte a un castigo por algo tan malo.

—La verdad es que lo estoy pasando bastante bien, supongo que lo que importa es la compañía.

—¿Quieres ir a mi casa?

—¿A tu casa? —me quedé un poco paralizada, no sabía lo que eso significaba.

—Sí, como siempre mis padres no están y Pascual debe andar en algún lugar parecido a este.

Por un momento me entró el pánico, recordaba muy bien lo que casi había pasado la última noche que pasé con él en mi cumpleaños, sabía que él estaba acostumbrado a ir más lejos que un par de besos y sabía también que me deseaba, yo también lo hacía pero no estaba preparada para dar el siguiente paso. Llámenme estúpida o lo que quieran, pero solo yo decidía mis tiempos.

—No... no lo sé. No sé si es una buena idea.

—¡Ey! —tomó mi cara con ambas manos para que lo mirara fijamente—. No haremos nada que no quieras, créeme que si tuviera esas intenciones contigo hubiese aprovechado cuando casi te me ofreciste entre tu ebriedad y corazón roto.

—No me recuerdes eso, por favor —moría de la vergüenza aunque también estaba un poco decepcionada—. Entonces, no soy tu tipo, no me deseas de esa manera.

No me llames princesaWhere stories live. Discover now