Capítulo 25

2K 164 4
                                    

Me sorprendí mirándome al espejo por quinta vez en menos de diez minutos y puse cara de horror. ¿Por qué me estaba arreglando tanto si mi cita no era más que mi mejor amigo? Sí, el mejor amigo que besaba como los dioses pero que estaba fuera de mi alcance. Mi vestido era negro, ceñido al cuerpo y con una transparencia en la espalda, usaba también mis tacones negros favoritos, me había amarrado el pelo en un moño elegante pero sofisticado a la vez y por primera vez en la vida había pedido a Gabby que me maquillara porque la chica tiene un verdadero don para eso.

Me sentía estupenda y sabía que lo estaba, sabía que a Sebastián le gustaría lo que vería y eso me daba cierta satisfacción, a pesar de ser solo amigos, me gustaba descolocarlo de vez en cuando y dejarlo con la boca abierta. Era mi venganza por todas las veces que él me hacía sonrojar con sus bromas que al parecer no eran tan bromas.

Tal como lo pensaba, sus ojos se abrieron más de la cuenta cuando me vio aunque intenté fingir que no lo había notado y seguí caminando hacia él con pose de bailarina, erguida y como si el mundo no me mereciera. Cuando llegué a su lado, él me dio el abrazo que siempre nos damos como saludo y luego me ofreció su brazo para que lo acompañara hasta el auto.

—Estás... completamente distinta —me miró fijamente haciéndome sonrojar una vez más— pero increíblemente hermosa.

—Tú tampoco estás mal.

Y claro que no estaba mal, no creí que llegaría el día en que vería a Sebastián Eisenberg vistiendo un traje ni tampoco que le quedara estupendamente bien. Quería dejarlo yo con la boca abierta pero al parecer él planeaba hacer lo mismo conmigo.

Fuimos al teatro y disfrutamos del ballet más perfecto que me ha tocado ver en mi corta vida, y aunque estaba demasiado concentrada en los bailarines cuando miraba a Sebastián, mi corazón latía con fuerza al notar que no se veía disgustado de estar ahí acompañándome, sino que parecía estar disfrutándolo. De vez en cuando lo descubría mirándome y sonreíamos ambos, y las mariposas en mi estomago parecían no querer irse. En una de las escenas me di el lujo de soltar un par de lágrimas porque la perfección de esa pieza era extrema, tanto que al final hasta me puse de pie para aplaudir con emoción, él termina mirándome un poco divertido por haber descubierto un lado de mí que creo nunca se imaginó.

La función terminó demasiado rápido para mi gusto aunque sabía que habían pasado dos horas desde que llegamos, para mí el ballet nunca sería suficiente. Íbamos saliendo del teatro y hacía un poco de frío por lo que mi caballero amigo se quitó su chaqueta, me rodeó con ella y yo no me hice de rogar. Le sonreí a modo de agradecimiento aunque mi sonrisa iba mucho más allá de eso, estaba radiante y lo sabía.

—Para haber tenido que venir por obligación luces bastante feliz —mencionó como que quiere la cosa y yo fingí ofenderme.

—No lo estoy, solo hago lo que hace el resto.

—Ah, ¿y las lágrimas también se las copiaste al resto?

—Si le cuentas esto a alguien date por muerto, Eisenberg.

—Será nuestro secreto. Me alegro de conocer un lado tuyo que nadie más conoce, princesa. Planeo seguir descubriéndolos de a poco.

—Eso será un poco difícil, tal vez oculto demasiadas cosas.

—Tengo tiempo y lo descubriré todo, te lo aseguro.

—Gracias por acompañarme, sabía que eras la única persona que no se burlaría de mí por querer hacer esto, espero que no te hayas aburrido mucho.

—No hay nada que agradecer, princesa. Además, no me aburrí para nada, era bastante divertido y si te soy sincero siempre he admirado a las bailarinas, como se ponen en puntitas, debe ser un dolor terrible.

No me llames princesaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt