Capítulo 15

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No sabía qué hacer, nunca me había visto envuelta en una situación como esa y mi cabeza estaba dividida entre lo que quería y lo que debía hacer. Por un lado, ver a Sebastián defendiéndome, golpeando a Fernando me hizo sentir bien porque este último intento golpearme a mí, pero por otro lado sentía que estaba demasiado enamorada como para verlo de esa forma y pensaba que tal vez hubiese tenido sus razones para reaccionar así. Mi lado estúpido y no racional ganó como siempre e intenté frenar a Sebastián sin lograrlo, era mucho más fuerte que yo. Le tomé el brazo y él lo sacudió con tanta fuerza que salí disparada hacia atrás pero alcancé a afirmarme en la pared para no caer.

Lo único que logró que el furioso rubio dejara de golpear a mi novio fue un grito de la señora Gladys, la inspectora del colegio. Llegó el profesor de gimnasia y como era un hombre bastante grande, logró sacarlo de encima de Fernando quién tenía la cara completamente ensangrentada. Di un paso hacia atrás al verlo así y no pude evitar ponerme a llorar al ver el estado en que lo había dejado.

La señora Gladys puso el grito en el cielo y nos envió a los tres al despacho del director. El señor Hoffmann no se sorprende de verme ahí ya que el año anterior me había metido en varios problemas cuando quería que me expulsaran. Para él, que yo estuviera ahí ya era normal pero lo que lo sorprendió fue ver a Sebastián ahí y bueno, la cara de Fernando a quién enseguida derivaron a la enfermería.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó con su tono autoritario de siempre.

—Encontré al señor Eisenberg golpeando al señor Müller en la parte del bosque, a la señorita Ross aún no la logro conectar con el incidente.

—¡Esee idiota intentó golpearla! —gritó Sebastián antes de que yo pudiera decir nada—. Por eso lo hice, solo la defendí.

Me encogí cuando todas las miradas se pusieron en mí, ver la cara suplicante de Fernando antes de que se lo llevaran me hizo tomar la decisión de mentir aunque eso me terminara perjudicando.

—¿Eso es cierto, Marina? —preguntó la señora Gladys completamente espantada.

—S-sí... digo No... No —comencé a tartamudear y a temblar, no sabía qué mierda hacer—. Yo... Nosotros solo estábamos discutiendo. Sebastián debió haber mal interpretado la situación.

—¿Esto es una maldita broma, Marina? —Sebastián claramente estaba indignado—. Vi perfectamente su puño dirigirse a ti.

—Viste mal, eso nunca pasó. Te abalanzaste sobre él sin siquiera preguntarme qué pasaba.

—¿Eres estúpida o qué?

—¡Suficiente! —exclamó el señor Hoffmann y luego apuntó al rubio—. Voy a tener que citar a tus padres. Si fueras cualquier otro alumno te habría expulsado en un segundo pero nunca habías tenido un comportamiento así, pero eso no quiere decir que lo dejaré pasar. Recibirás un castigo una vez que hable con tus padres.

—Mis padres están de viaje, ni siquiera contestan el teléfono. Buena suerte intentando encontrarlos.

—A lo mejor ahí radica el problema —a la inspectora le encantaba echarle más leña al fuego—, unos padres que siempre están fuera traen como resultado niños problema como este.

—Están fuera porque así es su trabajo, ellos no lo deciden.

—Tendrás que encontrar la forma de que uno de los dos venga de aquí a una semana o me veré en la obligación de expulsarte —sentenció el director y luego nos envió a clases.

Sebastián salió enfurecido y más rápido de lo normal, cerró la puerta de golpe logrando que casi me diera con ella en la cara. Este chico cuando quería podía llegar a ser muy violento y eso me asustaba bastante. Intenté seguirlo y tuve que poner toda la rapidez posible para alcanzarlo.

No me llames princesaWhere stories live. Discover now