Capítulo 32

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Diciembre, 2011.

Luego de esa conversación con Serena, las cosas comenzaron a salir cada vez mejor. Tal como se lo aseguré ese día, mi relación con su hermano no cambiaba en nada mi relación con ella y para cuando llegó diciembre, nos habíamos puesto al día completamente de ese año que estuvimos alejadas y nuestra amistad estaba en su mejor momento.

Al fin llegó el tan ansiado momento, ese que con Serena planeábamos hacía más de dos años, la gira de «estudios» a Brasil. Estaba nerviosa, no sabía qué esperar de ella o mejor dicho, sí que lo sabía y eso me tenía temblando. Obviamente compartiría habitación con Serena por dos razones; una, porque es mi mejor amiga y dos, porque las chicas deben dormir con las chicas y los chicos con los chicos, nuestros padres se encargaron de repetírselo mil veces a los apoderados que venían a cargo de nosotros.

De todos modos, en el avión iba en medio de mis dos hermanos Eisenberg favoritos, estábamos muy emocionados y al igual que todos los demás, nos pasamos el viaje completo haciendo desorden, cantando y gritando. A Bruno, uno de los idiotas de mis compañeros y el mejor amigo de Sebastián, no se le ocurrió una mejor idea que intentar entrar en el lugar en donde de guardan los equipajes de mano, nos sacó una gran sonrisa, sobre todo cuando lo encerraron ahí mientras la azafata pasaba por el pasillo para que no se diera cuenta.

Todo salió muy bien, el aterrizaje, el traslado al hotel y las habitaciones. El hotel en Camboriu estaba frente al mar, uno cruzaba la calle y ya se encontraba con la arena pero nuestra habitación solo tenía vista a un callejón, los malditos de Sebastián y Bruno tenían vista al mar pero todos decían que en tu gira de estudios lo que menos ibas a hacer era estar en tu habitación, y si lo estabas, estarías tan borracho que no lo recordarías.

Los primeros dos días fueron de completo descontrol, mi resaca de las vacaciones anteriores en la casa de playa de Bash no fue nada comparada con esa pero no importaba, estábamos en Brasil y en la noche seguiría la fiesta. Ya podríamos descansar cuando volviéramos a casa. Al tercer día nos llevaron de paseo a un parque acuático que no recuerdo el nombre pero fue una de las cosas más geniales que he hecho en la vida, con Bash, Serena y Bruno nos subimos a todas las atracciones que pudimos, todas las veces que nos fue posible. Al final del día estábamos agotados y era una suerte que para esa noche no estuviese organizada ninguna cena ni fiesta ni nada, era probable que nos juntáramos a beber en alguna sala común del hotel pero eso ya suponía no tener que arreglarse demasiado.

—¿Qué te parece si hoy voy a comprar un par de cosas y cenamos solos en la habitación? —susurró Sebastián en mi oído cuando íbamos en el bus de camino al hotel.

—¿Una cena romántica?

—Algo así.

—Está bien.

Había pasado todos los otros días completos con Serena y no creía que le molestara que dejara una tarde para pasar con su hermano. Tal como lo pensaba, me dijo que fuera a pasarlo bien pero siempre con precaución, ganándose que le lanzara un almohada en la cabeza aunque no dejaba de pensar en eso. Llevábamos ocho meses de novios y todavía no habíamos dado el siguiente paso, al principio porque tenía miedo pero luego cuando sentía que estaba preparada, siempre pasaba algo que no nos dejaba continuar. En ese momento, volvía a estar aterrada porque no sabía qué esperar de eso.

Mi amiga me prestó uno de sus vestidos favoritos y me ayudó con el pelo y el peinado, para verme linda pero no demasiado arreglada, como si me hubiese tomado solo diez minutos para estar lista y no una hora como fue en realidad. Dijo que era probable que su hermano solo estuviera en bañador y cuando lo vi solo pude sonreír porque era cierto, aunque estaba claro que se había duchado recién y arreglado un poco.

No me llames princesaWhere stories live. Discover now