Capítulo 23

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A. MS II

Narrador omnisciente.

Samuel no le dio tiempo a Madison de que reaccionara ante tal apodo, y, ciertamente, tampoco le dio tiempo de que ella se alejara de él. El azabache estaba corriendo lo más rápido que se le permitía hacia donde los demás.

Lo lograron. Por poco.

— Vamos, rápido. — el brasileño del grupo incitó mientras tomaba las cosas de Madison y Samuel.

Carter se acercó a Aiden y le palmeó un hombro. — Anda, dame eso. — habló mientras le quitó las cosas de Samuel. — No vas a poder con todo. Ve adelante con Madeline y Lizza, yo quedo en guardia.

El rubio asintió algo confundido pero luego sólo sonrió y avanzó como Carter le dijo.

— Inteligente salió el niño. — el oji-verde volteó, encontrándose con un par de ojos color avellana. Carter miró a Valeria con confusión. — Ay, por favor. — Ésta se acercó a Carter mucho y susurró en su oído. — No puedo ser la única que desconfíe de él.

Los ojos del de cabellos cafés se abrieron más de lo usual, tomó un paso hacia atrás y la miró confundido. — ¿Qué...?

La más baja sólo río y señaló al azabache de ojos azules con la cabeza, acto seguido le guiñó un ojo a Carter. Valeria se llevó un dedo sobre sus propios labios. — Shhh. Va a ser nuestro secreto.

*****

Luego de deambular un buen rato lograron encontrar un lugar en el que todos estarían a salvo.

Y vaya, lo que les costó encontrar un lugar que podría acoger a casi veinte personas.

— Bien. Ya nos estamos quedando sin municiones, en poco tiempo tendremos que salir a por algo o a cazar. El campamento quedó completamente destrozado, pero al menos la gran mayoría estamos vivos. Somos muchos, cada quien tiene una habilidad diferente, hagámoslo funcionar. — Alejandro habló una vez que todos estuvieran dentro del refugio, que había sido una finca abandonada.

Todos simplemente asintieron y siguieron con sus cosas.

Los muchachos estaban cansados, ¿cómo no estarlo? Habían pasado casi cinco horas buscando refugio y muchos perdieron sus vidas en el camino.

Madison había estado inconsciente la mayoría del tiempo, había sido cargada por Samuel todo ese tiempo.

"Tal vez realmente no es taaan malo... Pero eso no le quita lo asesino."

¿Te sentís mejor? O sea, yo sé que casi te matan, pero eso fue hace ya unas buenas horas. Te quedaste dormida en mi espalda. ¿Cómo te sentís? — Samuel le preguntó a Madison a la vez que le dejaba sobre una manta.

Para la suerte de todos, habían muchos edredones y ropa de cama en la finca. Ahora todos podrían estar más cómodos.

— Bien, creo. Me duele demasiado la cabeza, pero aguanto. Tranquilo. — la morocha suspiró y luego se calló unos segundos antes de volver a hablar. — ... Gracias, Samuel.

— No hay de qué. — el de ojos azules le sonrió.

Madison negó. — No, de verdad. Gracias, casi me muero y pues... Sí. Mira, puede que no he superado el incidente por completo y sea una completa imbécil con vos. Pero pues... Perdón. No estuvo correcto.

Perfecto. Ya tenés su confianza, vas en buen camino. Te voy a llamar de ahora en adelante "Samuel el tigre" Rawr — Samuel pudo escuchar una risa en su oído izquierdo.

Frunció el ceño y los labios. Llevó su mano a dicho oído y sacó de él un aparato casi microscópico, algo parecido a un alfiler y lo metió en la bolsa de sus pantalones.

"Esto ya no es correcto."

Samuel miró a Madison y le dedicó una sonrisa. — Está bien. De todas formas... Creo que yo me tengo que disculpar más.

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