Capítulo 8

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Narrador Omnisciente

Los jovenes muchachos salieron de su refugio temporal y decidieron ir hacia un lugar de compras mayores.

— Muchachos, ¿ya llegamos? — preguntó Valeria.

— Sep, aquí estamos — le contestó Madeline mientras entraban al estacionamiento de lo que alguna vez fue "Pricemart"

— ... ¿No escuchan ese ruido? — preguntó Madison.

— Sí... Suena como... Una metralleta. — dijo Lizza.

— Bueno, yo no sé ustedes pero está abierto — dijo Valeria entrando al lugar.

Los demás se quedaron fuera, y al hacerlo, poco tiempo después se encontraron con un joven. De mediana estatura, tez blanca, cabello castaño casi rubio y medio en rulado. El joven tenía un cuerpo delgado pero formado, traía puesto una camisa blanca desmangada, un pantalón militar y unas botas café. Éste estaba con una metralleta, al parecer se encontraba practicando la puntería.

— ... A ver, este es el plan. Madison, primero vos tiratele en cima para desestabilizarlo. Luego nos tiramos todos de un sólo. ¿Bien? — dijo Madeline reuniendo a todos, excepto a Valeria quien ya estaba dentro.

Samuel bufó. — ¿Y si sólo nos vamos? Esto es una pérdida de tiem... — antes de que Samuel pudiera terminar de hablar las chicas ya estaban en cima de aquel joven.

El joven las apartó con facilidad, agarró su metralleta de nuevo y se volteó hacia todas. Las observó por unos segundos y luego habló. — Ala muchachas, ya ni me reconocen. Ni siquiera vos, Liz. — dijo mientras jugaba un poco con un piercing que poseía en el labio.

— ... ¿Qué? — dijo la mencionada sin captar nada.

— Loco, nosotros te vemos hasta ahorita. — dijo Madison.

— Sí maje, ¿qué te suzuki? — le preguntó Taylor.

— Yo no sé. Estás feo. Eso es lo que sé.— dijo Mari encogiendose los hombros y volviendo a ir con Jefry.

— Yo hasta ahorita te conozco. — le dijo la rubia.

— Pfftt. — el joven se estaba riendo a carcajadas. — ¿En serio? ¡Soy yo! Aiden Black, ¿El que se fue para Brasil? — les regaló una sonrisa.

Lizza pegó un brinco y lo miró bien. — ... ¿Estás seguro que sos Aiden?

— Pero si antes tenías los dientes torcidos... — dijo Madison mirándolo incrédula.

— Si maje. Aiden era bajito y... Recio. — dijo Madeline mirándolo de arriba a bajo.

Valeria salió del lugar con una caja de brownies en manos. — Está guapo... Pero ¿Quién es? — dijo con la boca llena.

Aiden volteó a verla y sonrió. — ¡Vale! ¡Gracias! — se le acercó y le quitó todos los brownies, para luego comerlos de una sola.

Valeria quedó con la boca abierta después de que le hubieran arrebatado sus brownies.

— Espérate... ¿Aiden? — preguntó Lizza. Éste sólo asintió. Al ver esa acción ella inmediatamente lo abrazó. — No te veo desde que la pubertad no te había dado tan fuerte.

Éste rió. — Bueno, el entrenamiento ayuda. — se separó del abrazo y miró a todos. — ¿Están a salvo?

Todos asintieron.

— Pero, ¿vos qué haces aquí? — preguntó Taylor.

— Yo iba a volver para ver a mis padres, pero el virus me agarró justo en medio camino. Cuando vine a buscar a mi papá, lo encontré muerto junto con uno de sus amigos del ejército. No tenía donde ir, y el lugar más seguro de por aquí ya había sido atacado. Así que, vine aquí a practicar mi puntería con la metralleta. Y de paso, a morir con las deliciosas donas. — explicó, luego metió otro pedazo de brownie dentro de su boca.

— ¿El virus llegó tan pronto a Brasil? — preguntó Madeline.

El castaño-rubio asintió. — Sí, y por cierto, ni se les ocurra ir a Norteamérica. Fueron ellos los causantes.

— ¿En serio? ¿Cómo podes saberlo? Nadie dijo nada sobre eso. Además, esa es información clasificada — dijo Samuel con brazos cruzados.

Aiden volteó hacia Samuel, si mirada oscureció y sonrió cínicamente. — Nunca dije nada de información clasificada... Además, ¿quién más que vos podría saber quiénes fueron los que esparcieron el virus?

Samuel se le acercó. — ¿Perdón?

— No te perdono. Y, no te hagas el idiota. — el de ojos celestes rió levemente. — Trabajas en el gobierno, y no sólo eso. Asesinaste a un inocente. Quién sólo quería dar la verdad. ¿Sabes qué es lo peor? ¡Qué saliste por obra de magia de la cárcel! — rió amargamente. — ¡Ni siquiera tu hermana supo quien fue "la humilde persona" que pagó la fianze!

— Ese asesinato fue un accidente.

— ¡Accidente mi culo, Samuel! — gritó Madison.

— Ella tiene razón. Y lo sabes. — el joven Black sonrió. — ¿Sabes qué es lo peor? Que fallaste tu misión. 

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