Capítulo 20

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A.T II

Narrador Omnisciente.

— No quiero descansar.

— Pero necesitas descansar, mirate. Además, no me vendría mal descansar a mí tampoco. — el rubio tomó aire y se apoyó en sus rodillas a la vez que alzaba la mirada hacia ella.

Mason continuaba con la terapia de Taylor. Se encontraban haciendo eso desde hace más de cinco horas, y la joven no quería parar. Obviamente, los dos estaban bastante cansados, pero la oji-azul no quería dejar la terapia.

— ¡Tengo que poder caminar para ya Mason! — Taylor bufó.

— Bueno pero no te tenés que explotar. ¡Llevamos cinco puñeteros días con la misma rutina! ¡A veces cinco horas, a veces siete! ¡A VECES INCLUSO OCHO MALDITAS HORAS! ¡Yo también quiero dormir! — el rubio hizo un leve puchero y suspiró.

— Bueno, entonces no me ayudes. Me ahorrarías el tener que aguantar a un imbécil.

— ¿Yo? ¿Imbécil? ¡Al menos no soy la que está de mala leche!

— No me vengas con pendejadas, Mason. No ando de humor.

La muchacha "caminó" a como pudo hacia su tienda de dormir. Entró e inmediatamente buscó cómo sentarse en un tronco.

Definitivamente Mason tenía razón, pero ella no lo iba a admitir. En especial porque había peleado con él, bueno, "pelear" no es la palabra adecuada, sería mejor llamarlo "Mason molestándola porque está cansado".

Los ojos azules de la joven de cabellos oscuros se fijaron en su pierna, casi de inmediato y gran dolor se presentó en su pecho, causando que la joven tuviera que tomar un respiro profundo.

*****


Mason estaba haciendo un leve entrenamiento, justo cuando  escuchó unas cuántas pisadas detrás suyo.

— ¿Finalmente descansaste? — éste volteó hacia atrás con una sonrisa.

— ... Sí. Y ahora vengo por mi terapia.

El rubio rió. — De verdad que no poder quedarte quieta. Sos como Samuel con su computadora, que por cierto, ¿cómo putas la tiene todavía? Todo el mundo incomunicado y el muy pelotudo tiene esa miércoles, que, para colmo, no deja que nadie la toque.

Taylor estalló en risas al escucharlo y se encogió de hombros. — No sé. Tampoco es mi problema, pero tenés toda la razón hermano.

Mason rió ante el comentario de la castaña oscura y la agarró delicadamente del brazo. — Bueno, entonces empecemos.

La rutina de todos los días volvió a repetirse, casi cinco horas haciendo lo mismo de siempre.

Sin embargo, ésta vez fue algo diferente. Taylor y Mason hablaban más entre sí y empezaron a conocerse mejor. Taylor descubrió que Mason había viajado de Argentina hasta aquí por cuestiones del trabajo de su padre, y Mason descubrió que a Taylor le gustaba bastante lo que era editar (Y ver series y películas).

Cuando ambos ya estaban algo cansados, decidieron sentarse en unos troncos cerca de en donde estaban, pero, antes que pudieran sentarse, una bengala se pudo ver en el cielo. Causando que Mason inmediatamente se levantase de su asiento.

— Zombies... Taylor. Vámonos.

El rubio cargó a la castaña oscura en su espalda y corrió hacia el centro a cómo podía. Era un desastre, todos los zombies estaban atacando y ya habían varios muertos en el piso. Fue cuando entonces Taylor observó que un zombie le iba a atacar a quien parecía ser Madeline.

— ¡Mason esperate! ¡Hay que ayudar!

— ¡Taylor, es muy peligroso! ¡Te llevaré a salvo!

— ¡¿Qué hay de los demás?! — Al ver que Mason no respondía Taylor bajó de su espalda de un salto. — No pienso dejarlos allá. Pueda que vos no tengas a nadie, pero ellos a mí sí me importan.

— ¡Y vos me importas a mí, Taylor! ¡Por favor, no seas cabezota!

Pero Taylor no lo escuchó, y en un despiste del oji-azul, ella ya no estaba ahí. Un ataque de ansiedad le pegó justo de frente al joven, ¿qué iba a hacer? Ella podía morir.

Taylor podría morir, pero es muy inteligente para hacerlo. Sin embargo, todo es posible en esta vida, hasta el más preparado científico puede perder ante un novato. Así que, ¿Qué nos asegura que sí está a salvo?

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